El 21 de octubre de 1888, el diario New York World publicaba la confesión de Margaret Fox, una de las dos hermanas que, siendo niñas, iniciaron el movimiento espiritista, donde la entonces ya mujer, relataba cómo empezaron usando una manzana para golpear el suelo "misteriosamente" y asustar a su madre, y cómo luego aprendieron a tronar los dedos de los pies para producir los "golpes" supuestamente de comunicación con los espíritus con los que su hermana mayor se hizo rica.
(Actualización al 17 de enero: Josué Belda, "Asigan" me recuerda que no fue sólo Margaret la que confesó, sino que lo hicieron las dos hermanas, en varias ocasiones durante ese mes de octubre de 1888. Atendiendo a la inteligente observación de Juan Carlos Bujanda sobre la necesidad de repetir cuantas veces sea necesario las historias de desprestigio de los ocultistas, reunimos lo que señala Asigan y otros datos para hacer una entrada sobre las hermanas Fox y el fenómeno del espiritismo que siguen ordeñando los interesados.)
Hoy, en 2006, en una de las muchas páginas de la SEIP se presenta el caso de las hermanas Fox como algo incuestionablemente real y punto de partida para el cuento de las psicofonías en el que medra Pedro Amorós (el que humildemente abre su artículo con una foto suya). Lo mismo hace el sitio el sitio español Escalofrío.
¿Cómo es que una historia absolutamente desprestigiada sigue viva para engordarle el caldo a los traficantes de chifladuras?
Y no es una. Casos así hay muchos: las "hadas de Cottingley" (truco fotográfico de 1917), las "fotografías mentales" de Ted Serios, los "poderes" de Uri Geller, el "triángulo de las Bermudas", las "piedras de Ica", en fin (el tema lo revisamos ya en parte en nuestra entrada El cementerio de las patrañas).
Lo que ocurre es que los charlatanes, los profesionales del embuste paranormaloide u ocultista, suelen apostar al olvido cuando se les descubre en alguna de sus enérgicas y decididas metidas de pata, o cuando se demuestra que uno de sus ídolos o materiales de venta es falso. Sin responder, guardan el rollo en el cajón y esperan que la gente olvide. Si se trata de "misterios" ya desmisteriados, pasado un tiempo prudente vuelven a sacarlo y anunciarlo como una cosa asombrosísima y más nueva que los autos del año, y vuelven a publicarlo en sus revistas, a rebuznar al respecto en sus programas de radio y, los afortunados, a reciclarlo ávidamente en sus espacios de televisión. Los más tontitos los juntan todos en un libraco y se suben al carro de la cobranza.
Dicho de otro modo: la charlatanería no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Cuando son sus propias palabras las que los condenan, además, los misteriólogos lanzan amenazas judiciales o utilizan calificativos absolutamente desproporcionados (como "fascistas") contra quienes los dejan con el trasero al viento. Total, calculan que nadie se va a acordar mañana.
Pero si el olvido es alimento para los embaucadores y turulatos, la memoria es amiga de la verdad y de la defensa del público ante el engaño organizado.
Por ello, desde hoy puede usted disfrutar, en la barra de la derecha de este blog, la nueva sección: "La persistencia de la memoria, que diría Dalí", donde iremos sumando días a acontecimientos de cierta relevancia.
Así dejaremos que sean sus propias palabras, acciones y omisiones las que los exhiban en toda su gloria.
Como dijo Esquilo: "La memoria es la madre de toda la sabiduría".