Marta Luisa es princesa de Noruega y está casada con un escritor. Ha renunciado a su título de "alteza real", trabaja y hasta paga impuestos. Esto no tiene nada de malo y es hasta loable, pero resulta que además la princesa es (elija usted): vidente, psíquica, sensible, chifladita, clarividente, charlatana, perceptual, terapeuta alternativa o embusteraza.
Resulta que la princesa, que se educó como fisioterapeuta, dice que desde niña descubrió que podía "leer los sentimientos internos de la gente", según informaba la BBC, le encantaban las "terapias alternativas" de modo que estudió eso que llaman "medicina holística", hizo algunos trabajos con caballos que le permitieron ponerse en contacto con los ángeles (el mecanismo no ha sido develado en las fuentes que hemos consultado) y a fines de julio decidió poner su empresita con su socia Elisabeth Samnøy, un centro "educativo" llamado Astarté en el cual aseguraba que enseñaría a los clientes, digo, alumnos, a hacer milagros y comunicarse con los ángeles, todo siempre y cuando pagaran las tarifas correspondientes.
Las tarifas son de 24.000 coronas noruegas al año, el curso completo dura tres añitos de dos clases de tres horas cada una a la semana, forrándole así el bolso a la real maestra por un pelín más de 3 mil euros al año.
Claro que tratándose de la cuarta persona en la línea sucesoria de la corona noruega, el asunto es más que si fuera una simple soplaflautas rebuznando sonoramente en algún programa televisual con un presentador sumido en el estupor más absoluto, ya que de entrada pone en cuestión el sistema de salud noruego, que es bastante decentito, la verdad sea dicha, y así se lo indicó incluso Lars E. Hanssen, Director de Salud del gobierno noruego pidiéndole que fuera cuidadosa, mientras que los representantes religiosos y el sector conservador de la política hicieron lo que se supone que deben hacer y en lugar de una crítica seria se lanzaron a gritar que la princesa andaba en rollos satánicos, que ofendía a "la cristiandad", exigieron que dejara la iglesia luterana (que dirige su papá, el rey Harald) y en general se esforzaron por hacer un ridículo peor que el de la despistada heredera. Y no es fácil considerando que en sus funciones como parte de la casa real doña Marta Luisa está a cargo de seis fundaciones de salud como las de los ciegos, sordos y epilépticos, que quizá no se tomen a chunga el hecho de que esta señora prometa milagros por dinero y a ellos no les haga ni uno de gorra. Para remate, expertos en defensa de los derechos de los consumidores del grupo "Forbrukerombudet" dijeron al diario noruego VG que prosperarían las demandas por el incumplimiento de la promesa de contacto directo con los ángeles.
El asunto es que parece que en Noruega se puede llamar a los embusteros por su nombre completo en los periódicos, y esto lo aprovechó aviesamente Trygve Hegnar, director del diario Finansavisen, el principal diario financiero y de economía de Noruega, para decir en un editorial del 31 de julio: "Si la princesa cobra 24.000 coronas por enseñar a la gente a hablar con ángeles, eso sencillamente es una estafa", además de señalar que la princesa se encuentra al mismo nivel que videntes, curanderos y demás embusteros y, de paso, criticar al resto de los medios noruegos por no hacer su trabajo exhibiéndola como un fraude y por ser demasiado blandos con ella.
El caso es que en lugar de secuestrar el Finansavisen o denunciar a sus periodistas por tocarle las reales narices, lo que se apresuró a hacer Marta Luisa fue a borrar de su página Web la promesa de que "durante este curso, usted entrará en contacto con los ángeles y aprenderá cómo realizar milagros celestiales en su vida", promesa al menos tan gorda como otras que nos vienen a la memoria. Y ya sin la promesa, el negocito podrá seguir adelante, suponemos, aunque a ratos la princesa Marta Luisa podría desear no ser "noble", hija del austero Harald y habitante de la libertina y alargada Noruega, sino ser, por poner un ejemplo, un simple periodista español especializado en misterios... que ésos ganan más que ella y además gozan de protección contra los malvados periodistas que no creen en encuentros con ángeles, extraterrestres ni dinosaurios.
Por desgracia, al momento de escribir estas líneas, que se dice para fingirse interesante, la princesa está ausente por enfermedad y no atiende a nadie desde el 30 de julio. Ojalá alguien le ponga algo de "holismo" debidamente "alternativo" y con jugo de ángel para que se cure pronto, porque en pocos días empiezan los cursos en esa que los noruegos, irrespetuosamente, ya llaman la Engelskole, la escuela de ángeles.