"En México encontré petróleo y por eso me hicieron ciudadano mexicano."
Esa leyenda cuenta otra vez promoviendo su nuevo negociete televisivo el aún inexplicablemente famoso ilusionista israelí Uri Geller, que recorrió el mundo engañando a la gente fingiendo que sus trucos de magia eran realmente hechos paranormales debidos a los "poderes mentales" que afirmaba tener el israelí, embuste gracias al cual se llenó de dinero, ayudado en parte por su atractivo aspecto y ánimos de gigoló.
Esta trola en concreto la ha repetido Geller en numerosas ocasiones para explicar por qué anda por el mundo con pasaporte mexicano. Otra versión, más confiable, la dimos ya en una entrada de este blog con ocasión de que el reconocido mercader de embustes varios Enrique de Vicente, la repitiera, añadiendo algunas fantasías de su propia cosecha, entre ellas que había "documentación" de los falsos hallazgos petroleros del prestidigitador hebreo, insultando de paso a todo un país que tuvo que sufrir las imbecilidades de presidentes como José López Portillo.
Por entonces le escribimos dos correos electrónicos a Enrique de Vicente a la dirección de su editorial, pidiéndole tal documentación para poder decirle al mundo que el Instituto Mexicano del Petróleo y la paraestatal PEMEX están llenos de técnicos inútiles que no tienen puta idea de prospección petrolera pese a que hace 70 años (1938) México nacionalizó su explotación petrolera para furia de los de siempre, y que para sus hallazgos dependen de "poderes preternaturales" de "seres superiores" cuya principal ocupación para bien de la humanidad es pasearse por el mundo doblando cucharitas.
Enrique de Vicente, siempre atento a la búsqueda de la verdad (mientras no la encuentre) y con esa vocación de no hablar con nadie que no le pague por sus ocurrencias, imaginaciones y tonterías, nos castigó (según él) con el látigo de su desprecio. Lo que en realidad ocurrió es que quedó como un mentiroso capaz de soltar cualquier barbaridad por televisión cobijado por Íker Jiménez, pero incapaz de sustentar con un solo dato sus desaforadas ensoñaciones paranormales.
¿O ya encontraste los documentos, Enrique? Digo, aprovechando que tu defendido vuelve a la palestra y antes de que tú lo aproveches para volver a hacer caja, a ver si me mandas los documentos, fotocopias, escaneos, o ya cuando menos el número de caja del Archivo General de la Nación donde están... enga, que no se diga...