"Había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado", escribía José Agustín Goytisolo y cantaba Paco Ibáñez. En ese mundo al revés que soñaba el poeta catalán también se toma a un embustero profesional que engaña desvergonzadamente a todos a su alrededor y se le da un premio por inundar los medios de comunicación con falsedades perjudiciales para su sociedad.
Es el mundo del revés con el que nos encontramos esta mañana al enterarnos de que "Rappel", que es como se hace conocer el pseudovidente Rafael Payá Pinilla, "charlatán esperpento" de excepción ha sido galardonado con un premio "Antena de oro" por su acercamiento "de la astrología, parapsicología y otras ciencias a los medios audiovisuales".
El despropósito es colosal, tanto que la indignación no deja de estar acompañada por una sonora carcajada ante tal monumento a la sandez. De un plumazo, la astrología y la parapsicología son declaradas "ciencias" por quienes conceden el premio. Y del anterior plumazo se enseña a la sociedad española y sus alrededores que contar mentiras y engañar vilmente a la sociedad haciéndole creer que se tienen "poderes" que nunca se han demostrado, y desorientar a grandes públicos haciendo uso del aparato televisual es algo digno de ser premiado.
Pero no premiado por las revistas dedicadas a la misma trapacería (y que florecen con anuncios de "Rappel" y sus cómplices) o sitios esotéricos y clubes de embaucadores, sino por la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión de España, organización que debería tener alguna idea de la ética en el manejo de los medios de comunicación.
El premio en cuestión, no demasiado prestigioso, ya había caído en una atrocidad similar al galardonar en 2004 a Íker Jiménez, adalid del antiperiodismo, la contraética y la pseudoinformación, quien se ha construido una colosal fortuna con la impunidad que le concede el Grupo Prisa, desarrollando un periodismo no sólo pletórico de falsedades demostrables, sino profundamente amarillo, sanguinario, escandaloso y desprovisto de todo respeto por las personas que tienen la desgracia de ser presas de su avaricia irresponsable.
Los medios de comunicación vuelven a hacer el ridículo. Esto no es noticia, por supuesto. Sin embargo, los daños sociales de este premio son verdaderamente preocupantes.
Los encargados de conceder este premio mediante decisiones evidentemente nada democráticas ni transparentes le están diciendo a la sociedad española que la astrología y la parapsicología son ciencias, y por lo tanto respetables y tan fiables como la física o los cálculos de los ingenieros que diseñan aviones.
Están diciendo que las historias de los adivinadores son buena comunicación, comunicación que debe destacarse y premiarse por encima de, digamos, la divulgación de la ciencia o el periodismo que denuncia desgracias humanas, tropelías de díazferranes o escándalos de pederastia eclesial.
Están diciéndole a la gente que puede poner, con toda confianza, su credibilidad, sus problemas, sus angustias, sus sueños y el diseño de sus proyectos a futuro en manos de mangantes desvergonzados, sin importar que continuamente rebuznen ofreciendo a los micrófonos predicciones, profecías y videncias que no se cumplen.
María Elena Walsh, la compositora argentina, también cantaba en su "Reino del revés": "Me dijeron que en el Reino del Revés / nadie baila con los pies, / que un ladrón es vigilante y otro es juez, / y que dos y dos son tres".
Hoy podría anotar que en el Reino del Revés, la mendacidad es comunicación y el engaño, si bien cobrado, es motivo de admiración. Y en lugar de ser enjuiciados por engañar a quienes les sacan el dinero para vivir como gángsters de película, los "videntes de la tele" son agasajados y galardonados.