febrero 22, 2008

El doctor Sánchez Dragó

Actualización de mediodía
Bueno, esto es más bien una "preactualización", ya que mientras ayer yo me afanaba en encontrar datos sobre la pócima milagrosa del doctor Sánchez Dragó, resultaba que ya el Ministerio de Sanidad estaba investigando al escritor por promover la melatonina. Ojalá esta investigación no se haga solamente por motivos ideológicos y políticos, porque este tipo de barrabasadas no se le deben tolerar a nadie, sea del signo ideológico que sea, amigo o adversario.

Los ciudadanos que pagan Telemadrid estarán contentos, sobre todo si gustan de chapotear en las escasas aguas del misterio reciclado. No sólo tienen "El otro lado de la realidad", donde Javier Sierra demuestra lo que sabe, que es poco, y las retransmisiones de "En busca del misterio", el programísima de Fernando Jiménez del Oso y Juan José Benítez de hace 18 años (1990) donde reciclan los que ya para entonces eran añejos embustes y trolas al por mayor. Pero nada es eso junto al nuevo Txumari Alfaro de la letra impresa, el Paco Porras del PP, el hombre al que Falange Auténtica le parece demasiado progresista, Fernando Sánchez Dragó. Esta afirmación no es gratuita ni pretende ser ofensiva, el presentador se pinta solito en su página Web (me encanta cuando se refiere a sí mismo en tercera persona, conmueve cuánto se admira a sí mismo), especialmente en sus "Webs amigas", donde lucen su palmito todo tipo de expresiones de la charlatanería médica, seudooriental y fascistoide incluida la peligrosa "sicomagia" del actor en desgracia Alejandro Jodorowsky, la página de Javier "yo también quiero" Sierra, la de Falange Auténtica (que le resulta demasiado progre a Fernandón, véalo usted mismo), y su promoción de sitios de "salud oriental" en los que sigue fingiéndose médico con selecciones de fantástica bobería: "este producto cura los eccemas y la mayor parte de las enfermedades de la piel, revitaliza el pelo y las uñas, y mejora palpablemente la condición de quienes padecen enfermedades degenerativas teóricamente incurables, como el cáncer, la diabetes, la esclerosis múltiple y el sida"... ¡Casi ná, dotor!

El escritor está contratado por la televisión de Esperanza Aguirre para, presuntamente, mantener la beca que la derechona española parece haberle concedido, será por servicios prestados o será sólo por no callar gratis, que todo puede ser. O lo contratan simplemente porque es un gran comunicador, que todo puede ser, pero no hay duda de que todo ex-izquierdista que se pase a las filas de la derecha más cavernaria después de Reagan y Franco recibe similares canonjías, prebendas y sahumerios, lo hemos visto en no pocos casos y en no pocos países. El caso es que, sin explicarle a los madrileños que ponen la pasta ni siquiera que este hombre está a la derecha de Falange, lo pusieron en un presunto informativo o noticiero donde finge dar noticias mientras suministra dosis abundantes de propaganda y autobombo entre sus sufridos televidentes.

En estos días, Fernando Sánchez Dragó optó por lanzarse a una sentida promoción de la "melatonina", esa sustancia que se presumió mágica en Estados Unidos en los años 90, desplazando al milagro anterior, el beta caroteno, que a su vez desplazaba a la fibra alimenticia como panacea. Como todos los proyanquis de pueblo, Fernández Dragó llega tarde y mal a contar como verdad lo que dijeron los estadounidenses, que siempre fue mentira y de lo que ahora ya hasta los estadounidenses se dieron cuenta.

Básicamente, Sánchez Dragó dijo que le debe su salud al consumo de melatonina (sin saber, tampoco, si los responsables podrían ser otras sustancias que también consume, como el whisky, porque estudios científicos no mostró ninguno), la recomendó vivamente (e irresponsablemente, como buen charlatán), recetó pontifical la posología correspondiente a personas de distinta edad sin hacer excepciones por efectos secundarios, y apenas terminó de fingirse médico hizo el comentario bobo0 de que la dificultad de acceso (¿cuál?) a la homeopatía, el naturismo y otras, según él, "medicinas alternativas" era "liberticida", es decir, que el impedir que la gente compre como medicinas ciertas sustancias que pueden no servir o ser dañinas implica coartar su libertad, que sería mala cosa, sin duda.

Vamos a pasar rápidamente por la melatonina para luego aclararle a Fernando por qué su afirmación es una estupidez sin paliativos y de una cobardía que cabrea.

La melatonina

La melatonina es una hormona que secreta la glándula pineal o epífisis, glándula que, quizá con ánimo de faltarle al respeto a Sánchez Dragó, no está en el entrecejo, a menos que usted tenga el entrecejo a medio camino entre las orejas, es decir, esta entre ambos hemisferios, detrás del pons del tallo cerebral, en el centro profundo del cerebro humano, como lo muestra esta gráfica (que está en el dominio público, no como las imágenes que se roban los ocultólogos en desgracia).


Hacia 1990, esta hormona llamó la atención de los científicos al tratarse de una de las hormonas que se producen abundantemente en la infancia pero esta producción va reduciéndose a medida que pasan los años, y por ser uno de los muchos elementos que confluyen para mantener el ritmo circadiano (cercano al día) de la actividad de nuestro cuerpo, lo que incluye los ciclos de temperatura y sueño-vigilia. Es decir, la melatonina tenía que ver con el sueño, descubrimiento importante, pero que no significaba ni mucho menos que hubiera una relación directa melatonina-sueño. Luego aparecieron estudios que revelaban que la melatonina parecía proteger a las ratas de ciertas formas de radiación ionizante (radiación que puede causar cáncer provocando mutaciones, a diferencia de las radiaciones como las microondas de los móviles, las ondas de radio y la luz, que no pueden causar cáncer). En ciertos casos, la melatonina puede conservar las defensas de un ser vivo, mostraron algunos estudios aislados, mientras que, según otros, tenía prometedoras capacidades antioxidantes.

Esto, en términos de la investigación científica, representa enormes avenidas de estudio que merecen atención ante de meterse una dosis por la cara, supone uno. Por desgracia, esto no le valía a quienes necesitaban una nueva sustancia milagrosa, panacea, maravilla, que generara grandes cantidades de dinero sin desperdiciar el dinero en esas cosas llamadas "investigaciones", sobre todo ante el riesgo de que las investigaciones demuestren que, a largo plazo, tomar más melatonina de la que produce el cuerpo puede no ser buena idea, puede no servir para nada y puede ser incómodo, malo o hasta mortal.

Esto es normal en el mundo de la investigación: las sustancias se empiezan a investigar cuando muestran resultados muy prometedores, y las investigaciones subsecuentes tienden a bajar los ánimos a estados más reales, y a veces a cerrarle el camino a la sustancia, por eso la mayoría de las sustancias que empiezan a estudiarse nunca se convierten en medicamentos. En el caso de la melatonina, los de la prisa fueron concretamente los doctores Walter Pierpaoli y William Regelson, que hicieron un experimento en el que aparentemente la melatonina rejuvenecía a ratones ancianos y sin más se ejecutaron a marchas forzadas el libro El milagro de la melatonina donde irresponsablemente afirmaban que esta hormona "invierte el proceso del envejecimiento, combate la enfermedad y estimula la actividad sexual". Tropezaron con un reportero de la revista Newsweek dispuesto al entusiasmo instantáneo y acabaron promoviendo su milagrillo en la portada de la revista, con lo que ganaron un platal.

Que no es poco.

Pero, ¿es cierto?

Pues no. Ya en 1996, un año después del libro en cuestión, estudios de la Escuela de Medicina de Harvard a cargo de Steven M. Reppert y David R. Weaver demostraron que el experimento de los dos millonarios súbitos tenía graves errores... como el de la "fusión fría" de Pons y Fleishmann, pues. Pero el que hubiera dudas no impidió que vinieran en tropel los esperadísimos libros "yo también quiero", ese fenómeno que sigue a los éxitos editoriales, como La cena secreta de Javier Sierra o Claves ocultas del Código Da Vinci de Enrique de Vicente son libros "yo también quiero" de la novela de Dan Brown El código Da Vinci. Así, aparecieron de inmediato Melatonina: el medicamento maravilloso natural de su cuerpo, de Russell Reiter y Jo Robinson, La magia de la melatonina, de un tal "Dr. Duarte", Melatonina: la pildora para dormir de la naturaleza de Ray Sahelian y muchos, muchos más.

¿Y qué pasó? Pues que mientras el mundillo de lo "alternativo" se apropió a todo trapo de la melatonina a sabiendas de que los problemas de sueño son de las cosas que les meten clientes a montón (como la diabetes, el cáncer y el SIDA) y empezaron a realizar afirmaciones cuando menos delirantes y cuando más delictivas y fraudulentas acerca de este producto, exagerando sobre las exageraciones de estos libros, ninguno de los cuales era un estudio científico, por lo demás, hablando de eterna juventud, más potencia sexual, recuperación del pelo (sí, la melatonina es "otro crecepelo"), y mil cosas más, incluida la cura del cáncer y el SIDA.

Así, hemos llegado a locuras tales como las del sitio Web de comercio electrónico SuperHormones, que afirma que es "segura y carece de efectos segundarios" (será secundarios, como sea), en todo caso no es así, entre los posibles efectos secundarios del uso de la melatonina tenemos pesadillas, disrupción de los ciclos circadianos por sobredosis, somnolencia, calambres estomacales, mareos, dolores de cabeza, irritabilidad, menor líbido (es decir, menos deseo sexual), crecimiento de los pechos en los hombres y disminución del recuento de esperma (menos soldaditos para procrear, pues).

Mientras tanto, en las páginas del ocultismo médico o seudomedicina se le proclama como cura para todo y algo más, como una maravilla sin duda alguna y como algo "reprimido por la ciencia oficial"... la misma ciencia que lo descubrió, porque claro que nada de esto lo descubrieron los "investigadores" en medicina alternativa que no existen ni mucho menos lo descubrió en su laboratorio el "doctor" Sánchez Dragó.

¿Qué pasa? Pues que las investigaciones serias como las antes señaladas por científicos que no tienen informativos de derecha han seguido después del embuste melatoninero de los 90, y se ha visto que esta hormona además juega un papel en el momento de liberación de las hormonas femeninas y la frecuencia y duración de los ciclos menstruales, por ejemplo, pero sin saberse exactamente cómo, mientras que aún no se han estudiado los posibles daños a largo plazo ni mucho menos las dosis adecuadas... las píldoras en general son de 3 mg (tres miligramos) porque son cómodas de producir, no porque haya estudios que validen que son la dosis adecuada. Un estudio del M.I.T. del investigador Richard Wurtman citado en Scientific American, por ejemplo, indica que para ayudar a dormir bastan fracciones de un miligramo, y en la tele un señor que no sabe de nada le dice que se tome varios miligramos al día... ¿A quién creerle?

Lo que sí se sabe, y lo cuenta el Centro Médico de la Universidad de Maryland es que no se debe tomar conjuntamente con antidepresivos, antipsicóticos, benzodiazepinas, medicinas para la tensión sanguínea (o presión arterial), anticoagulantes y antitrombóticos, interleukina-2, antiinflamatorios no esteroideos, esteroides e inmunodepresores.

Un metaestudio (análisis de una serie de estudios sobre temas comunes) de la Agencia para la Investigación y Calidad de la Atención a la Salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos realizado en 2004 aclara bastante el panorama, estableciendo que esta sustancia no es efectiva en el tratamiento de desórdenes del sueño primarios o secundarios usada corto plazo, que parece ser segura si se usa durante breves períodos, y que parece que sí tiene relación con el ciclo de sueño y de temperatura. O sea, tenemos la suerte de que parece no ser veneno (ahora, si uno la toma tantos años como Fernando Sánchez Dragó dice haberlo hecho, el peligro es acabar como ese señor, arrastrado, pagado de sí mismo, whisky en mano y tiñéndose el pelo para creerse joven).

Nada de esto conforma, sin embargo, el megamilagro de la melatonina, que resultó no ser la sustancia maravillosa, pero llenó -y llena- bolsillos.

Ahora vemos a ver qué "libertad" defiende el presentador de televisión.

Libertad de ser engañado y estafado

Una y otra vez, los defensores del ocultismo, del "misterio", de la anticiencia, de la antiinteligencia y de lo "alternativo" acuden, cuando se les agotan los otros mantras que se aprenden tenazmente, a la afirmación de que toda crítica a sus creencias, afirmaciones, embustes, estupideces, niñerías o simples proposiciones descabelladas y extravagantes es un ataque a la "libertad" que tiene la gente de creer en pendejadas, en tonterías o en mentiras.

Tal "libertad" no es tal. Se trata simplemente de una coartada para defender la libertad de los más desvergonzados de engañar a la gente a su alrededor para sacar tajada. Mentir se convierte así en una actividad que no puede estar sujeta a cuestionamiento, ni implica ninguna responsabilidad para el mentiroso, porque si alguien cree en la mentira, lo hace "libremente". Así, si le roban a punta de pistola, pues usted es muy libre de dar el dinero o de dejar que le metan un tiro sin que nadie interfiera, que es la libertad que proclama este personaje.

En una sociedad medianamente civilizada que se protege de los vivillos y defraudadores, hay obstáculos a la libertad de engañar y algunas (insuficientes) protecciones al derecho a saber y a decidir con base en datos. Si usted emplea la melatonina siguiendo las "indicaciones" del "doctor" Sánchez Dragó pero resulta que está tomando un anticoagulante y a resultas de ello sufre una hemorragia de consideración, es de una desfachatez monumental que Sánchez Dragó le salga con la batea de babas de que "usted lo hizo libremente". Lo que hizo usted fue ser víctima de un desvergonzado que habla de lo que no sabe con aires de profesora solterona y resabiada que no quiere asumir las consecuencias de sus palabras. Punto.

La ignorancia no es libre, la ignorancia, promovida por la bruja de turno o por el escritor arrogante y pedante de la semana, es una forma de esclavitud. Si alguien actúa sin datos bastantes porque se le oculta información, no es "libre", y el que oculta sí es moralmente despreciable y, en algunos casos, penalmente responsable. Estar en los medios de comunicación debería implicar, pues, una ética un poco menos famélica que la que exhiben algunos.

Usted tiene derecho, derecho absoluto, lo sepa o no, a tener todos los datos antes de tomar una determinación, derecho a que no le mientan, derecho a exigir información confiable, contrastada, completa y clara. En este caso, si después de leer varios estudios serios, de pedir la opinión de su médico y de asesorarse con gente confiable usted decide tomar melatonina, es libre de hacerlo, por supuesto. Pero si lo hace sólo ateniéndose a los sonoros rebuznos de un tipo cuya credibilidad depende de que sale en televisión con su gato, por más que chillen los ocultistas alternativos y la derecha interesada, usted no está siendo libre, está siendo esclavo de la desinformación. Y esto vale tanto en política como en medicina, en fotos de fantasmas y en avistamientos ovni, que aquí y en otros lugares ya se ha documentado hasta la saciedad la indisposición de las grandes divas del ocultismo televisual y radiofónico a revelar datos que les puedan dañar los ingresos.

Facilitar la entrada de la homeopatía y otras supuestas autoproclamadas "medicinas alternativas" a la sanidad (y darles acceso al dinero de todos para llevárselo) sin exigirles el mismo rigor que se le exige a la medicina de verdad, sería una absoluta irresponsabilidad que sólo personajes de la ínfima talla moral de Sánchez Dragó podrían aplaudir, porque en el nombre de una "libertad" que no lo es, se conculcan los derechos humanos reales y se depreda el fondo común que son los presupuestos del estado. Como si no fuera suficiente que lleven tantos años manteniendo vagos como Fernando Sánchez Dragó.

Por cierto, la melatonina "natural" obtenida de glándulas pineales de corderos y vacas puede transmitir algunos virus. Si insiste en usarla, es mejor la sintética. Qué cosas, ¿no?

Ahora, Fernando Sánchez Dragó asegura que el martes próximo llevará a su programa a médicos y demás personas que sí saben qué pasa con la melatonina a que defiendan su visión. ¿Mencionará los datos que damos aquí y que están disponibles en Internet, admitiendo su falsedad y embuste, traerá a personas que lo hagan o a compadres? Veremos, como dijo Homero.