abril 09, 2004

Los grandes secretos de los falsos adivinadores

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Era la fiesta posterior a un examen de fin de curso de la escuela Andrés Soler de la Asociación Nacional de Actores de México allá por 1979 o cosa similar, y yo, que había asistido para ayudar con el equipo de sonido a un amigo, director de teatro y profesor de la escuela, miraba con apetito francamente voluptuoso a una actora de largo cabello negro, que hablaba encantada de la vida con un actorzuelo más joven, más alto y más guapo que yo.

Alguien comentó que la tal actora cumplía años en una fecha determinada (una semana después, me parece) y en mi delirio de donjuanismo instantáneo procedí a acercarme muy serio, me metí entre ella y su galán ofreciendo disculpas y le dije: "Tú eres Escorpión, ¿verdad?"

No habiéndome visto en su vida (me vio en el examen, pero ni se enteró), la niña quedó debidamente impresionada. Preguntó cómo lo sabía y, en lugar de responderle, dije alguna vaguedad sobre que la había visto y dudaba si era Escorpión o Sagitario, y que me llamaba mucho la atención porque percibía que ella era una persona que ardía con un tremendo fuego interno que no dejaba ver tan fácilmente.

Para ese momento, el galán de opereta (nunca mejor dicho) estaba anulado, borrado, olvidado, cancelado, erradicado y omitido. Yo tenía la completa atención de la sabrosa actora.

Y cuando ella me pedía que le dijera más y yo empezaba a tejer fantasías con el obvio propósito de llevarla al tálamo, apareció esa cosa de la que carecen por completo los embusteros profesionales: la conciencia. El enano infeliz malhumorado y latoso que la gente normal suele llevar al hombro empezó a recriminarme: a) estás mintiendo, b) estás abusando, c) estás corriendo el riesgo de afectar a una persona inocente, d) si te sigues metiendo en este pantano, te vas a arrepentir, e) estás mintiendo y debiera darte vergüenza, f) estás jugando sucio con un chaval que quizá es su novio, g) estás mintiendo...

Ya no escuché al enano, que, conociéndolo, se acaba el alfabeto con los acápites de sus refunfuños. Murmuré un par de estupideces, le dije a la morena que luego hablábamos y me retiré a buscar un ron con cocacola.

Mi amigo David, el profesor de la actora, me preguntó qué había yo hecho que la nena no me quitaba los ojos de encima. Nunca la volví a ver. El muy cabrón de David, supe después, usó el truco para conquistar a cierta vedetriz que llegó a tener algún renombre en México.

En realidad, lo único que hice fue usar un dato inocente (la fecha del cumpleaños) reinterpretado (convertido en su signo astrológico), y luego soltar generalidades descaradamente por puro ludibrio, por lúbrica, libertina, libidinosa y lasciva lujuria.

Una vez callado el enano con dos pepinazos de ron con cola, me di cuenta del enorme poder que había tenido la posibilidad de ejercer sobre una jovencita de fácil asombro, poca información y ganas de acercarse a lo misterioso.

Ese poder es lo que emborracha a los desvergonzados que se roban la vida (que no se la ganan) "adivinando".

Astrólogos, quirománticos, geománticos, lectores de la borra del café, observadores de las entrañas de las aves, tarotistas... éstos y otros habitantes del mundo místico aseguran poder ver el futuro y el pasado. Son en su mayoría sanguijuelas con patas.

(Aclaración al canto: no faltan los botarates bienintencionados que realmente creen que tienen poderes para anormales, aunque son los menos. Sin embargo, consciente o inconscientemente usan los mismos procedimientos que aquí revelamos.)

Las técnicas que usan los manipuladores profesionales, desde los "másters en astrología" hasta los desvergonzados que tienen un doctorado en publicidad y márketing y ganan al mes lo que uno se tarda dos años en ver pasar por su cuenta bancaria se llama genéricamente "lectura en frío".

Para esta entrada, acudimos a algunos conceptos del artículo sobre cold reading del Skeptic's Dictionary.

Primero, en la lectura en frío, el manipulador echa mano de la inclinación que tiene el ser humano de extraer de una situación un significado mayor que el que tiene. Es decir, la víctima intentará darle sentido a lo que se le diga.

Segundo, el manipulador también aprovecha que la gente en general es egocéntrica y tiende a verse con demasiados buenos ojos (es decir, nuestra educación no ha conseguido enseñarnos a practicar una sana autocrítica).

Tercero, el manipulador usa también en su beneficio el hecho de que sus víctimas se acordarán más intensamente de sus "aciertos" que de sus errores (especialidad de los vivillos que año con año sueltan predicciones de todo tipo, sabiendo que con que atinen una tienen para publicitarse como dementes un año después; no hay mejor ejemplo que el del charlatán-esperpento Octavio Aceves, que cada año predecía la boda del Príncipe Felipe, y como el heredero se casa este año, el diminuto argentino ha hecho una gran alharaca, sin hacer caso del hecho de que lleva como ocho años fracasando exactamente con la misma "predicción").

Cuarto, el manipulador ofrece generalidades aplicables a todos los seres humanos. Todos compartimos una enorme cantidad de características, todos sufrimos ante los problemas, todos tenemos proyectos no realizados, todos queremos más dinero (hasta Bill Gates), todos queremos amar y ser amados, todos tenemos profundas frustraciones.

Finalmente, el manipulador usa el lenguaje (o la labia) con precisión quirúrgica para sacarle detalles a la víctima haciendo lo que en inglés se llama "ir a la pesca de información". Frases como: "Has estado pensando mucho en una persona que murió no hace mucho tiempo, ¿no es así?" parecen dar información cuando en realidad la están extrayendo. Si la víctima es tan ingenua como para responder "Sí, mi tío Bucéfalo", el farsantazo puede soltar "Exacto, eso es lo que veo" y dejar la impresión (entre el público y en el huésped que parasita de momento) que "adivinó que Pepín estaba acordándose de su tío Bucéfalo".

Con estos principios, un sujeto lo bastante descarado puede "leer" a un extraño y hacerle creer que lo hace utilizando poderes especiales.

Los más avezados usan otros trucos para irse guiando por sus adivinaciones del pasado. Recuerdo a un lector de posos de café turco que no despegaba sus ojos de los del pollo al que estaba desplumando, atento a cualquier indicio (sobre todo en la dilatación del iris) que le indicara que una mentira en particular complacía a su presa.

¿Que usted no sabía que el iris se nos dilata cuando vemos algo que nos gusta y se contrae ante algo que nos disgusta aun manteniendo las mismas condiciones de luz? Pues los comerciantes de los zocos árabes lo saben desde tiempos inmemoriales. Por eso cuando le muestran algún artículo lo miran a los ojos: la reacción que usted muestre en el iris de los ojos les indica hasta dónde se puede regatear con usted, qué tan interesado está realmente en el artículo que se le oferta.

Esto lo redescubrieron y sistematizaron los verdaderos neuropsicólogos en los años 70 (mientras que los parapsicólogos no han aportado nada de conocimientos, datos o técnicas útiles a la humanidad).

Lo mismo puede decirse del lenguaje corporal. Los buenos observadores de sus congéneres llevan milenios interpretando los sentimientos o emociones que hay detrás de ciertos actos, posturas o gestos. La ciencia (no las inútiles paraciencias) han confirmado el hecho y sistematizado su conocimiento.

Un buen seudoadivinador interpretará todo lo que tiene la persona: ¿qué ropa lleva, fina o corriente?, ¿tiene el calzado muy desgastado?, ¿usa colonia o perfume?, ¿se expresa con culta corrección o con la bastedad del barrio o de la aldea?, ¿lleva joyas? Todos estos detalles dan, al observador cuidadoso, una enorme cantidad de información sobre nosotros.

Si el tipo suelta esa información habiéndola disfrazado previamente de adivinación (o "mancia", como gustan de decir ahora los habitantes del castillo de los burdos pretenciosos), la ilusión puede ser enormemente poderosa.

Si este tipo de lectura en frío se realiza, además, en una "consulta" de un supuesto "sanador", curandero, médico brujo o cualquier otro depredador de la enfermedad ajena, el gil que paga sentirá que está ante un sujeto verdaderamente poderoso, y no dudará en abandonar un tratamiento médico a cambio de patrañas que pueden ocasionarle daños tan irreversibles como la misma muerte.

(Aclaración: los médicos que saben hacer clínica usan cierta medida de lectura en frío para saber cosas que el paciente puede no querer decirles. El máximo exponente de la lectura en frío en el consultorio médico fue sin duda Joseph Bell, el profesor de Arthur Conan Doyle que fue la inspiración para que éste inventara a Sherlock Holmes. Pero como los médicos no aseguran "curar todo" ni afirman tener "poderes", quedan a merced de las soeces acusaciones que con frecuencia enderezan contra ellos especímenes como Paco Porras y otros matraqueros astrales.)

Para terminar, copiamos algunas "lecturas" (para que vea usted cómo operan estos ejemplares).

Voy a un sitio de "numerología" (una de las pamplinas más irracionales del planeta). Siguiendo sus instrucciones saco "mi número del destino o senda de vida", que es 6 (según éstos insignes cantamañanas, sólo hay 9 destinos en el mundo, ya que aseguran sin despeinarse que los 9 destinos anunciados valen para todos los ingenuos del planeta).

Sobre el 6, suelta la siguiente sarta de mamadas (en cursivas, nuestros comentarios van en negritas):

Muchas veces en esta vida, usted será llamado a ser un pacificador y para ayudar a otros a tomar decisiones difíciles, ya que este número del destino denota servicio a otros, responsabilidad y elaboración de muchos ajustes para favorecer a otros en sus necesidades.

Esto, evidentemente, se aplica a cualquiera, tenga el 6 o la raíz cúbica de pi.

Buscando la perfección en otras personas, lo puede conducir a algunas desilusiones en el amor y las relaciones. Usted debería casarse o establecerse en una sólida relación, ya que el lado elevado del número seis, es el amor, la familia, la armonía y el servicio a los demás.

O sea, sólo las personas cuya suma de año, mes y día de nacimiento tendrán desilusiones. Joder con mi mala pata. Y sólo nosotros debemos cargar con el matrimonio, ¿por qué? Pues sencillamente porque la enorme mayoría de la gente se enamora y se casa, y entonces en esta "predicción", el autor "atina" con la mayoría de quienes tienen el 6.

En contraposición, usted puede experimentar discusiones y problemas con su relaciones románticas que pueden conducir a la separación y el divorcio.

Otra generalidad del tamaño de Mongolia, por supuesto. A tales eventualidades estamos expuestos todos.

Su actitud en la vida será lo que determine cómo vivirá el destino del número seis.

Fantástico, ¿no? Uno es el arquitecto de su propio destino. ¡Qué gran adivinación!

Pero, ¿qué habría pasado si en realidad yo fuera no el 6 sino el 3?

Este número de vida es probablemente el más placentero de todos, ya que es el de la auto expresión, y el pleno disfrute de actividades en una atmósfera armoniosa. Su creatividad y sociabilidad atraerá a muchos amigos y compañeros.

Pues esto se me aplica igualmente. Soy creativo, sociable y me gusta disfrutar en una atmósfera armoniosa. ¿Será que sumé mal?

Usted también tiene la tendencia de sentir celos; debe trabajar para guardarlo para sí mismo, pues si demuestra esos sentimientos en el momento equivocado a la persona equivocada, podría perder un amor o amistades.

Sabio consejo. Pero como casi todos hemos sido celosos, es otro disporo a la segura.

Además, debería aprender a enfocar sus energías, y no permitir que éstas se dispersen.

¿Significa esto que si uno no es 3 sí puede permitir que sus "energías" se dispersen? ¡Qué bien!

Los problemas que encontrará en su búsqueda de amor y belleza, son despreciables contra el potencial de gran éxito.

Obvio, ¿no?

Pues así van todos los números.

Nos despedimos con los absolutamente insanos horóscopos "para abril" del gran promotor de este blog, el mentiroso profesional Manuel Capella.

Nos dice, por ejemplo:

Se impone una nueva realidad en tu ámbito profesional, te conviene asumir las novedades al tiempo que mantienes lo mejor conocido. Lo más importante es que este año Saturno entrará en tu casa diez, algo que augura cambios en tu ámbito profesional o en los más destacados aspectos relacionados con tu futuro. Entras en una etapa compleja. Por otro lado, nuevos proyectos pueden surgir a través de los amigos, procura encontrar momentos para cultivar las relaciones personales, que supondrán una vía de escape y oportunidades para realizarte más ampliamente.

¿Esta ristra de generalidades groseras se le aplica a usted? Piénselo bien. A mí, por lo pronto, se me aplica sin duda alguna. Pero es el "horóscopo" para Libra, y yo no soy Libra.

Aprovecha el clima de euforia para marcar un nuevo rumbo y sentirte mucho mejor contigo mismo. Hace unos cuantos meses que Júpiter, el planeta de la buena suerte, transita por tu signo. Debes confiar en tus posibilidades, en tu potencial y en tu futuro. Tendrás buenas oportunidades para mejorar en todos los sentidos y será el momento de cambiar tu suerte. Los enamoramientos serán habituales entre los nativos del signo. Tu creatividad estará por las nubes. Desde finales de agosto la economía será uno de los aspectos más preocupantes.

¿Se le aplica esto a usted? ¿Importa si usted es Escorpión, Tauro o el verdadero destinatario de esta colecón de obviedades, que es Leo?

Así, en el mundo delirante de los profesionales en la superchería, lo que se encuentra son generalidades, vaguedades, obviedades y otros productos de la lectura en frío que permiten que se cree la impresión de que tienen alguna idea de lo que están diciendo.

¿Cuál sería la prueba de un verdadero adivinador?

Se requerirían varias, claro, porque sólo por azar (cosa que estudia la ley de las probabilidades) siempre es posible "atinar" alguna predicción, especialmente si es evidente (de un tiempo acá, todos los comemocos profesionales "predicen" la muerte de Juan Pablo II, aunque para todos nosotros es evidente que el pontífice está cada vez más enfermo y que también cumple años, o sea que inevitablemente morirá en un futuro cercano, cosa que aprovecharán los gusanos videntes para alimentarse con su cadáver gritando que "ellos lo predijeron", puáj).

Es decir, se requiere una batería de pruebas en las que un supuesto adivinador se pueda desempeñar tan bien como cualquier profesional de verdad.

Digamos, ponemos a un contador o contable frente a veinte resmas de facturas, recibos y datos, y les pedimos que calculen, con sus conocimientos, el impuesto anual sobre la renta que deben pagar esas diez personas. El resultado medirá un nivel de profesionalidad determinado.

Luego se pone a un astrocharlatán ante las fechas y horas de nacimiento de veinte personas que ya hayan muerto (tomadas al azar de algún registro civil) y se le pide que calcule la fecha y hora de la muerte de los veinte.

Si el adivinador obtuviera un porcentaje de aciertos similar al del contador, entonces quizá sepa algo y valga la pena perder el tiempo con él.

Ante la imposibilidad de obtener resultados correctos en este tipo de experimentos (de los que huyen como de la viruela), los farsantes ofrecen otra maravillosa técnica final de la lectura en frío: la presentación de pretextos, coartadas, excusas y justificaciones.

Y cuando todo falla, mienten. Después de todo, como dijo Steiner, su principio básico guía todas sus patrañas: diles lo que quieren escuchar y volverán para que les digas más.