De Europaparruchas Prex y corresponsal
Diciembre 28 de 2004.- El brunch de gala para la entrega de los premios MOPA 2004 (Máxima Orden de la Parapsicología Alucinadita) estuvo poco concurrido. Los miembros de la ACA-NO, algunas hadas, dos gnomos noruegos, unas xanas guapísimas (ventajas de estar en Asturias), tres señores que nadie conocía pero que comían como si no lo hubieran hecho durante el año y, como presentador, el diseñador mismo del trofeo que representa la MOPA, el gurú Mengelenanda Valepura, el hombre con los chacras más rápidos del mundo.
Ninguno de los finalistas, todos ellos convocados telepáticamente el día 21 de diciembre, se presentó a recoger su galardón, lo cual nos sorprendió enormemente. Luego de dar cuenta con intensidad y denuedo del salmón con aguacate y las manos de cangrejo de Alaska, se procedió a la premiación, porque siempre había la posibilidad de que alguno de los ganadores se presentara en cuerpo astral, se teletransportara, nos hablara psicofónicamente o de casualidad se encontrara terminando alguna juerga a las puertas del austero pero elegante local de la Academia de Ciencias y Artes del Neo Ocultismo (ACA-NO) que otorga el preciado galardón.
Como se informó telepáticamente el pasado día 22 de diciembre al público en general, la ACA-NO decidió modificar y ajustar las categorías del premio, que quedaron como sigue:
Mejor negocio paranormal La virgen del sandwich de queso al horno, de Diane Duyser, que se embolsó 28 mil dólares de un solo campanazo, obtuvo la primera MOPA. Finalista digno de mención fue el mexicano Carlos Trejo insistentemente nominado por sus entusiastas compatriotas. Aunque el negocio de Trejo es gordo y jugoso, para juntar 28 mil dólares debe repetir las mismas tonterías un montón de veces ante muchos públicos distintos, mientras que Dianita Duyser consiguió esa suma de una sola vez, y con el mínimo trabajo que representa el hacer clic algunas veces en Internet y poner su milagro comestible a subasta en e-Bay. Diane Duyser es ejemplo y faro guía para todos los charlatanes que buscan vivir sin dar golpe.
Fenómeno paranormal más oportuno Las "nuevas" caras de Bélmez. Probablemente nunca en la historia de la parapsicología moderna (especialmente porque no hay parapsicología antigua) se ha dado tal concatenación de circunstancias aleatorias, azarosas, adventicias, contingentes, eventuales, fortuitas, imprevistas, incidentales y casuales oportunísimas como en la aparición de las "nuevas" caras de Bélmez, por su capacidad de resolver de un solo golpe varios problemas, tanto turísticos del pueblo como presupuestales del Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda y promocionales de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas, y todo ello sin la intervención de la mano humana, según dicen sus descubridores. Como según la parapsicología no existen los chiripazos, la ACA-NO se inclina por la hipótesis de que estas concatenaciones venturosas son prueba de la presencia de fuerzas paranormales, y lo demostrarán en cuanto puedan definir kékoños es un fenómeno "paranormal".
Mejor ocultista en papel protagónico (hombre) Ante la avalancha de argumentos por parte de sus agradecidos compatriotas, no le quedó alternativa al jurado que otorgarle esta MOPA a Carlos Trejo, por modestamente considerarse el mejor cazafantasmas del mundo, por haber fundado la Organización Mundial de Investigación Paranormal (OMIP) y muy especialmente por su papel representándose a sí mismo con motocicleta y todo en su propia página Web.
Mejor ocultista en papel protagónico (mujer) Esta MOPA se concede a Leevon Kennedy (antes Lee Von Fitzner), vidente argentina que supo sobresalir de entre sus iguales en el desastre de la televisión española "El castillo de las mentes prodigiosas". De manera similar a todos los videntes y profetillas, asegura ser la confidente de la mitad de los políticos, artistas y personas famosas del planeta, eso no es nada original. Pero su afirmación absolutamente lisérgica en el sentido de que ella es la "hija ilegítima de John F. Kennedy y Marylin Monroe" le permitió escalar a nuevas alturas en el terreno de la desfachatez y la desvergüenza, y eso, a ojos del jurado, merece un reconocimiento.
Mejor ridículo de los medios ante el ocultismo La Federación de Asociaciones de Radio y Televisión de España obtiene esta MOPA por su decisión de otorgar, a su vez, la "Antena de oro" al programa "Milenio 3" de Íker Jiménez, demostrando que les tienen sin cuidado la calidad, la veracidad, la objetividad, la seriedad y la ética periodística, y que sin embargo caen rendidos ante cualquier cosa que tenga audiencia y atraiga anunciantes.
Mejor ridículo paranormal gubernamental MOPA para la Secretaría de la Defensa Nacional del gobierno mexicano, por entregar a Jaime Maussán (creyéndolo "experto" quizá por haberlo visto en televisión, y declarando públicamente "no conocer" a los científicos mexicanos de institutos de investigación como los de la Universidad Nacional Autónoma de México) las cintas de vídeo de los "ovnis" infrarrojos (al parecer quemadores de gas de las plataformas petroleras de la sonda de Campeche) grabados por un avión de la Fuerza Aérea Mexicana. Por supuesto, Maussán sigue sin haber hecho ninguna "investigación" sobre ellas, como se ve en uno de sus muchos sitios Web dedicados al negocio. Finalista de pro ha sido la jueza argentina Elena Liberatori, digna mujer del siglo XIV, quien debido a un amparo presentado por la asociación católica "Cristo Sacerdote", ordenó el cierre de una muestra pictórica del artista León Ferrari, pero dado que los jueces de la Cámara en lo Contencioso y Administrativo acaban de ordenar la reapertura de la muestra, pierde muchos puntos.
Mejor demanda judicial paranormal Esta MOPA, reservada a ocultistas en idioma español, es sin duda alguna para la supuesta denuncia que no ha presentado Bruno Cardeñosa, de España, contra Perspectivas y sus tres editores: Luis Ruiz Noguez (México), Diego Zúñiga (Chile) y Kentaro Mori (Brasil). El jurado consideró que la invención por parte de don Bruno de al menos cuatro tratados internacionales imaginarios, su alegato sobre leyes inexistentes en otros países y su clara ignorancia sobre la ley española y el significado legal de algunos términos bastan y sobran para distinguirlo.
Mejor somnífero paranormal: El fenómeno ovni ante la ciudadanía española, de Gabriel Gomis Martín, registrado en enero de 2004 y entregado al gobierno español, ha ganado esta MOPA aunque estaba nominado para otra. Este informe de 193 páginas en PDF a cargo de un directivo del club Desarrollo e Investigación de Casos Paranormales de España se caracteriza por reunir una vastísima cantidad de mitos relacionados más o menos con los ovnis (desde Ezquiel hasta Manises), sin jamás tocar el tema de el supuesto fenómeno ovni ante la ciudadanía española. No hubo un solo miembro del jurado que no se durmiera tres docenas de veces mientras recorría el documentazo, y mucho se teme que lo mismo haya pasado con la gente del gobierno que pudiere haber intentado la lectura del documento.
Mejor troll ocultista en Internet En una enconada lucha contra otros trolls que, sin embargo, limitan sus hazañas a unos pocos foros o duran lo que un suspiro, el ganador de esta MOPA es sin duda alguna César Sirvent, que recorre el ciberespacio con los bonitos seudónimos (o nicks "Elquesetocalacona" y "Suminona", quien lleva mucho tiempo tratando de reventar blogs incrédulos como Por la boca muere el pez, Magonia y otros.
Mejor investigación malhechota: El affaire Bélmez, claro. No es necesario ni argumentarlo, y la ACA-NO lo decidió tan por unanimidad, tan por aclamación, tan en el delirio apasionado de la admiración rendida, que no encontraron necesario mencionar las muchas y variadísimas declaraciones sobre las "investigaciones" en las diecisiete casas de caras duras de Bélmez de la Moraleda ofrecidas por el presidente de la SEIP, el señor don Pedro Amorós Sogorb.
Para terminar la gala, Mengelenanda Valepura abrió por la mitad una gaviota, leyó atentamente sus entrañas, declaró que las entrañas tenían una ortografía lamentable, pero anunció que sin duda alguna el 28 de diciembre de 2005 se procedería sin incidentes a la entrega de las MOPAS 2005.
(Nota: Algunas nominaciones, como la de J.J. Benítez por "Planeta Encantado" fueron desechadas por no referirse a este año. La ACA-NO afirmó compartir la tristeza de quienes consideran que este exitoso y millonario vendedor de libros debería haber obtenido una MOPA, pero este año no hizo méritos.)
diciembre 28, 2004
diciembre 21, 2004
La predicción del pasado
[NOTA: PARTICIPE en la recopilación de las "Predicciones para 2005" que se vaya encontrando en los medios. Predicciones de España, México, Argentina, cualquier otro país latinoamericano, Estados Unidos... ¡todas las predicciones valen! Necesitamos la predicción completa, el nombre del supuesto adivinador, el medio, la fecha de publicación y, en el caso de medios impresos, de ser posible la imagen del artículo de prensa escaneado. Envíe las predicciones por correo electrónico aquí, ya sea con su nombre o anónimamente y nos comprometemos a publicar las menos vagas aquí en enero y, dentro de un año, todos nos divertiremos enormidades viendo los resultados de los "poderes paranormales" del charlatanaje adivinante.]
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Una de las prácticas ocultistas más difundidas en los medios de comunicación generales es la de la adivinación. Los medios impresos publican horóscopos en cada número, los "videntes" se pasean por donde los dejan, radio, televisión, revistas; cualquier gato se llama "astrólogo" y, cada año, por estas fechas, los personajes del mundo del ocultismo se aparecen para ofrecer sus "predicciones" para el año siguiente, con lo cual se aseguran publicidad gratuita y un poco de credibilidad para llevar a incautos a sus expendios de horóscopos, tarot, videncia, bolas de cristal y otros tipos de parafernalia que, supuestamente, les permiten ver lo que va a pasar en el futuro.
Generalmente, las predicciones que se nos ofrecen en los medios son tremendamente vagas. Por ejemplo, adivinar que el año próximo "morirá un personaje del cine" no demanda precisamente poderes preternaturales ni mucho menos. Lo mismo pasa con los terremotos, accidentes aéreos, inundaciones, enfrentamientos armados y otras desgracias que suelen anunciar, siempre sin precisar nada para que, a la vuelta de un año, puedan afirmar que "acertaron".
Es muy distinto decir: "habrá un terremoto que causará cientos de muertos", que no es una predicción, sino una suposición razonable, a decir: "el 19 de septiembre a las 7:19 de la mañana habrá un terremoto de 8,1 grados en la escala de Richter en el centro de México, con epicentro delante de las costas de Guerrero, afectando especialmente a la ciudad de México, D.F., donde habrá miles muertos y decenas de miles de heridos".
La primera predicción, además de ser vaga y boba, no sirve para un carajo. La segunda, si algún supuesto adivinador la hubiera hecho, nos habría permitido a los mexicanos prepararnos, movilizar medios médicos, organizar equipos de rescate y disminuir el número de muertos y heridos que tuvimos que padecer en septiembre de 1985.
Pero los adivinadores nunca avisan del futuro.
Otro truco común de los adivinadores es hacer una previsión razonable y repetirla año con año hasta que se haga realidad. Por ejemplo, el adivino argentino Octavio Aceves se hizo conocido en España por predecir diciembre a diciembre que el año próximo se casaría el Príncipe Felipe, heredero de la corona española. El pequeño cuentero repitió y repitió la predicción hasta que, en mayo de este año, el príncipe se casó, con lo cual el agorero armó gran alharaca advirtiendo que "él había predicho con precisión la boda real".
La moda ahora es predecir la muerte del Papa y la de Fidel Castro. Año con año, más de un adivino la profetiza, y algún día le atinarán porque, aunque parezca que ambos impresentables son inmortales e inevitables, tarde o temprano nos dejarán descansar en paz.
El tercer truco para tener éxito en las predicciones de fin de año es hacer muchas, muchas, si posible ofreciendo algunas contradictorias en medios o momentos distintos (esto es más frecuente de lo que parece). Si se hacen suposiciones razonables referidas a asuntos de interés general (desde desastres hasta el mundo de los famosos y famosillos), o si se hacen adivinaciones contradictorias, el azar hará que algunas se cumplan, lo que el adivino en cuestión procederá a publicitar para atraer clientes, mientras que misericordiosamente olvidará la gran mayoría de otras predicciones que hicieron y que no se cumplieron.
La tal "Aramís Fúster", especie de mascarón de proa del sector de los charlatanes esperpento, aseguraba el año pasado encantada de la vida que, en el mundo del "famoseo" español pasaría lo siguiente: "David Beckam (jugador inglés del Real Madrid) se ligará a una españolita", cosa que no ocurrió; "Belén Esteban (ex esposa del torero Jesulín de Ubrique) encontrará al hombre de su vida", cosa que según los que viven del mundo del "corazón" tampoco pasó, y "Carmen Bazán (madre del torero Jesulín de Ubrique) se reconciliará con Humberto (padre del torero)", cosa que ocurre que tampoco se dio, sino que siguen aventándose los platos a la cabeza, como corresponde a quien vive de contar historias por los medios "del corazón".
Tres predicciones, tres fallas clamorosas.
El fenómeno se repite igual en todos lados. En Chile, una tal Paula González "adivinaba" que a Arafat le quedaban años de vida. ¿Se acordará de su predicción? En esa misma página Web, un tal Jaime Hales dice que quizá Arafat dejará el poder, "pero contento y con la satisfacción de haber encontrado quien asuma su tarea más positivamente". María de los Ángeles Lazo, otra adivina chilena y autora de Editorial Planeta, dice allí mismo, sobre el conflicto palestino: "para fin de año, corre plata y aunque los palestinos no quedarán del todo satisfechos, de alguna manera se llegará a un cese de las hostilidades".
Pamplinas a dos manos, pues.
Los agoreros o profetillas nunca dan para más.
Lo que ocurre es que, en ocasiones, los medios de comunicación hacen gala de una ingenuidad a toda prueba y le creen a algún adivinador cuando dice que predijo con precisión cierto hecho.
El ejemplo de libro de texto de esta multiplicación de los cuentos es Jeanne Dixon, que desde 1963 hasta su muerte en 1997 ordeño el cuento de que "había predicho el asesinato de John F. Kennedy".
No lo predijo.
Lo que dijo en 1956 fue: "Por lo que se refiere a las elecciones de 1960, la Señora Dixon piensa que estará dominada por el sector laboral y las ganará un demócrata. Pero será asesinado o morirá en el puesto, aunque no necesariamente en su primera período presidencial".
Que gane un republicano o un demócrata es una probabilidad del 50%, de modo que predecir el triunfo de uno es una apuesta bastante más segura que jugar a la ruleta, apostar en el hipódromo o jugar al póker.
La probabilidad de que un presidente estadounidense muriera estando en el puesto era, en 1956, de 7 contra 3, lo cual sigue siendo mucho mejor que la ruleta o el hipódromo o el pókar.
Pero Jeanne Dixon, como la mayoría de las aves de su plumaje, aseguraba sus apuestas. Tiempo después, aseguró que el ganador en 1960 sería Richard Nixon (el republicano que perdió ante Kennedy). Y en 1960 declaró tan oronda que "John F. Kennedy fracasaría en su intento por ganar la presidencia".
Ganara quien ganara, Jeanne Dixon "acertaba". Es una variante de la coartada paranormal.
Pero como Kennedy fue asesinado, la Dixon se apresuró a desenterrar su predicción de 1956 mientras con las patitas traseras enterraba las otras. Eso le permitió vivir como una verdadera sanguijuela de la muerte de Kennedy los siguientes 34 años. Vendió miles de consultas adivinatorias y constantemente la llamaban los medios estadounidenses para que hiciera predicciones tan acertadas como las siguientes:
Si las profecías de Jeanne Dixon eran esencialmente una basura rodeada de muy buen rollito y mucha alharaca mística, apoyo de medios nunca sospechosos de escepticismo y una sólida labor publicitaria como la que entusiasma a los adivinadores en general, su ejemplo no ha pasado desapercibido.
Si no se puede predecir el futuro (y hay buenas razones en la física para sostener que el futuro no existe aún y por tanto no puede verse), lo que se puede hacer es alterar el pasado para que parezca que predijimos el futuro.
La forma más simplona de esta alteración del pasado es la interpretación delirante de las profecías. En esto son expertos los que viven aferrados a la ubre de Michel de Nostradamus, el charlatanazo francés del siglo XVI.
Para no abundar demasiado en la historia de Nostradamus, baste recordar que, como sus clientes eran franceses, se dio vuelo escribiendo profecías de la derrota atroz que sufriría Isabel I de Inglaterra, cosa que no ocurrió nunca. Luego de hacer el ridículo algunas veces con predicciones muy precisas, Nostradamus optó por escribir cuartetas en francés arcaico caracterizadas por su vaguedad, de modo que nadie lo podía acusar de fallar otra vez.
A lo largo de los siglos, numerosos expertos se han especializado en el arte de reinterpretar a Nostradamus para "demostrar" que "predijo" hechos ocurridos en el pasado. Por ejemplo, después de surgir la amenaza de Hitler, los expertos aseguraron que lo había predicho (haber avisado antes, muchachos, que eso fue un desastre) e incluso llegaron a afirmar que el nombre del río Hister era en realidad una forma "oculta" (a saber para qué) del nombre "Hitler".
A toro pasado, los expertos han hecho que Nostradamus lo prediga todo. Lo que nunca han conseguido hacer es darnos una profecía que describa el futuro con alguna precisión.
La alteración del pasado, la reinterpretación de las adivinaciones y la vaguedad son y siguen siendo el elemento central del que viven los adivinos.
En la mayoría de los casos, sin embargo, se limitan a mentir diciendo que predijeron algo que en realidad no predijeron. ¿Quién lo va a comprobar?
La esencia de su éxito es el deseo del hombre por controlar el futuro, por tener una ventaja en la apuesta que es la vida, por tener firmes las riendas de su existencia y la de la gente a su alrededor. No es extraño que personas en posición de poder acudan a distintos adivinos para sustentar sus decisiones y tratar de garantizar su lugar en la historia. Julio César usaba augures que "leían" las entrañas de las aves. Ronald Reagan tenía a una astróloga Joan Quigley (que sigue anunciándose como "astróloga presidencial") para que dijera a qué hora debía despegar su avión o invadir un país, pese a que la supuesta clarividente no le avisó al presidente del pequeño detallito de que un loco iba a atentar contra su vida, cosa que sin duda habría sido un detalle. En México, Carlos Salinas (que durante su presidencia se encargó de imponer el neoliberalismo en México duplicando el número de pobres y multiplicando por 15 el número de millonarios en dólares, gracias Carlos) y su familia acudían a una bruja y adivina llamada "La Paca", que influyó nadie sabe cuánto en las decisiones tomadas por el presidente de 1988 a 1994.
Son sólo ejemplos.
Los que no somos poderosos en lo político o en lo económico, no por ello dejamos de tener buenos motivos para querer conocer el futuro. ¿Podremos seguir sobreviviendo decentemente con nuestro trabajo o nos espera un desastre que podríamos evitar? ¿Podremos ligarnos a la pareja deseada? ¿Aprobaremos el examen? ¿Nos aumentarán el sueldo?
El futuro y sus incertidumbres conforman una debilidad y una amenaza para todos nosotros. Con una pequeña dosis de credibilidad, es sencillo que cualquier persona, sin importar su cultura, educación, profesión, etc., caiga en manos de un adivino.
Sobre todo porque los adivinos, cuando funcionan en la consulta personal nunca cesan de halagar y alabar a sus víctimas. A nadie le amarga un dulce, y a la mayoría de la gente la seduce fácilmente una persona que nos diga que somos maravillosos, que todo irá bien, que nuestros defectos son virtudes y nuestras virtudes son excelsas, que nuestro futuro es luminoso, que nos aman, que seremos ricos y demás.
Pero para llegar a tenernos cautivos en su "consulta", realizando algún ritual adivinatorio de las muchas docenas que existen, desde la astrología hasta el tarot, desde la quiromancia (leer las líneas de la mano) hasta la belomancia (adivinación por medio de flechas) o la mirmomancia (adivinación por las arrugas de la frente), el adivinador debe publicitarse.
Y no hay mejor oportunidad para publicitarse que el fin de año.
Así que estemos atentos a las maravillosas predicciones para 2005 del charlatanaje.
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Una de las prácticas ocultistas más difundidas en los medios de comunicación generales es la de la adivinación. Los medios impresos publican horóscopos en cada número, los "videntes" se pasean por donde los dejan, radio, televisión, revistas; cualquier gato se llama "astrólogo" y, cada año, por estas fechas, los personajes del mundo del ocultismo se aparecen para ofrecer sus "predicciones" para el año siguiente, con lo cual se aseguran publicidad gratuita y un poco de credibilidad para llevar a incautos a sus expendios de horóscopos, tarot, videncia, bolas de cristal y otros tipos de parafernalia que, supuestamente, les permiten ver lo que va a pasar en el futuro.
Vaguedad, contradicciones y amplio espectro
Generalmente, las predicciones que se nos ofrecen en los medios son tremendamente vagas. Por ejemplo, adivinar que el año próximo "morirá un personaje del cine" no demanda precisamente poderes preternaturales ni mucho menos. Lo mismo pasa con los terremotos, accidentes aéreos, inundaciones, enfrentamientos armados y otras desgracias que suelen anunciar, siempre sin precisar nada para que, a la vuelta de un año, puedan afirmar que "acertaron".
Es muy distinto decir: "habrá un terremoto que causará cientos de muertos", que no es una predicción, sino una suposición razonable, a decir: "el 19 de septiembre a las 7:19 de la mañana habrá un terremoto de 8,1 grados en la escala de Richter en el centro de México, con epicentro delante de las costas de Guerrero, afectando especialmente a la ciudad de México, D.F., donde habrá miles muertos y decenas de miles de heridos".
La primera predicción, además de ser vaga y boba, no sirve para un carajo. La segunda, si algún supuesto adivinador la hubiera hecho, nos habría permitido a los mexicanos prepararnos, movilizar medios médicos, organizar equipos de rescate y disminuir el número de muertos y heridos que tuvimos que padecer en septiembre de 1985.
Pero los adivinadores nunca avisan del futuro.
Otro truco común de los adivinadores es hacer una previsión razonable y repetirla año con año hasta que se haga realidad. Por ejemplo, el adivino argentino Octavio Aceves se hizo conocido en España por predecir diciembre a diciembre que el año próximo se casaría el Príncipe Felipe, heredero de la corona española. El pequeño cuentero repitió y repitió la predicción hasta que, en mayo de este año, el príncipe se casó, con lo cual el agorero armó gran alharaca advirtiendo que "él había predicho con precisión la boda real".
La moda ahora es predecir la muerte del Papa y la de Fidel Castro. Año con año, más de un adivino la profetiza, y algún día le atinarán porque, aunque parezca que ambos impresentables son inmortales e inevitables, tarde o temprano nos dejarán descansar en paz.
El tercer truco para tener éxito en las predicciones de fin de año es hacer muchas, muchas, si posible ofreciendo algunas contradictorias en medios o momentos distintos (esto es más frecuente de lo que parece). Si se hacen suposiciones razonables referidas a asuntos de interés general (desde desastres hasta el mundo de los famosos y famosillos), o si se hacen adivinaciones contradictorias, el azar hará que algunas se cumplan, lo que el adivino en cuestión procederá a publicitar para atraer clientes, mientras que misericordiosamente olvidará la gran mayoría de otras predicciones que hicieron y que no se cumplieron.
Algunos ejemplos prácticos
La tal "Aramís Fúster", especie de mascarón de proa del sector de los charlatanes esperpento, aseguraba el año pasado encantada de la vida que, en el mundo del "famoseo" español pasaría lo siguiente: "David Beckam (jugador inglés del Real Madrid) se ligará a una españolita", cosa que no ocurrió; "Belén Esteban (ex esposa del torero Jesulín de Ubrique) encontrará al hombre de su vida", cosa que según los que viven del mundo del "corazón" tampoco pasó, y "Carmen Bazán (madre del torero Jesulín de Ubrique) se reconciliará con Humberto (padre del torero)", cosa que ocurre que tampoco se dio, sino que siguen aventándose los platos a la cabeza, como corresponde a quien vive de contar historias por los medios "del corazón".
Tres predicciones, tres fallas clamorosas.
El fenómeno se repite igual en todos lados. En Chile, una tal Paula González "adivinaba" que a Arafat le quedaban años de vida. ¿Se acordará de su predicción? En esa misma página Web, un tal Jaime Hales dice que quizá Arafat dejará el poder, "pero contento y con la satisfacción de haber encontrado quien asuma su tarea más positivamente". María de los Ángeles Lazo, otra adivina chilena y autora de Editorial Planeta, dice allí mismo, sobre el conflicto palestino: "para fin de año, corre plata y aunque los palestinos no quedarán del todo satisfechos, de alguna manera se llegará a un cese de las hostilidades".
Pamplinas a dos manos, pues.
Los agoreros o profetillas nunca dan para más.
Lo que ocurre es que, en ocasiones, los medios de comunicación hacen gala de una ingenuidad a toda prueba y le creen a algún adivinador cuando dice que predijo con precisión cierto hecho.
El ejemplo de libro de texto de esta multiplicación de los cuentos es Jeanne Dixon, que desde 1963 hasta su muerte en 1997 ordeño el cuento de que "había predicho el asesinato de John F. Kennedy".
No lo predijo.
Lo que dijo en 1956 fue: "Por lo que se refiere a las elecciones de 1960, la Señora Dixon piensa que estará dominada por el sector laboral y las ganará un demócrata. Pero será asesinado o morirá en el puesto, aunque no necesariamente en su primera período presidencial".
Que gane un republicano o un demócrata es una probabilidad del 50%, de modo que predecir el triunfo de uno es una apuesta bastante más segura que jugar a la ruleta, apostar en el hipódromo o jugar al póker.
La probabilidad de que un presidente estadounidense muriera estando en el puesto era, en 1956, de 7 contra 3, lo cual sigue siendo mucho mejor que la ruleta o el hipódromo o el pókar.
Pero Jeanne Dixon, como la mayoría de las aves de su plumaje, aseguraba sus apuestas. Tiempo después, aseguró que el ganador en 1960 sería Richard Nixon (el republicano que perdió ante Kennedy). Y en 1960 declaró tan oronda que "John F. Kennedy fracasaría en su intento por ganar la presidencia".
Ganara quien ganara, Jeanne Dixon "acertaba". Es una variante de la coartada paranormal.
Pero como Kennedy fue asesinado, la Dixon se apresuró a desenterrar su predicción de 1956 mientras con las patitas traseras enterraba las otras. Eso le permitió vivir como una verdadera sanguijuela de la muerte de Kennedy los siguientes 34 años. Vendió miles de consultas adivinatorias y constantemente la llamaban los medios estadounidenses para que hiciera predicciones tan acertadas como las siguientes:
- los soviéticos llegarían antes que los estadounidenses a la Luna
- la Tercera Guerra Mundial empezaría en 1958
- un holocausto en los años 80
- Roma se convertiría en el centro cultural, educativo y religioso del mundo
- un niño nacido en 1962 uniría a todas las religiones
- habría una cura para el cáncer en 1967
- y habría paz mundial para el año 2000.
Si las profecías de Jeanne Dixon eran esencialmente una basura rodeada de muy buen rollito y mucha alharaca mística, apoyo de medios nunca sospechosos de escepticismo y una sólida labor publicitaria como la que entusiasma a los adivinadores en general, su ejemplo no ha pasado desapercibido.
Reescribir el pasado
Si no se puede predecir el futuro (y hay buenas razones en la física para sostener que el futuro no existe aún y por tanto no puede verse), lo que se puede hacer es alterar el pasado para que parezca que predijimos el futuro.
La forma más simplona de esta alteración del pasado es la interpretación delirante de las profecías. En esto son expertos los que viven aferrados a la ubre de Michel de Nostradamus, el charlatanazo francés del siglo XVI.
Para no abundar demasiado en la historia de Nostradamus, baste recordar que, como sus clientes eran franceses, se dio vuelo escribiendo profecías de la derrota atroz que sufriría Isabel I de Inglaterra, cosa que no ocurrió nunca. Luego de hacer el ridículo algunas veces con predicciones muy precisas, Nostradamus optó por escribir cuartetas en francés arcaico caracterizadas por su vaguedad, de modo que nadie lo podía acusar de fallar otra vez.
A lo largo de los siglos, numerosos expertos se han especializado en el arte de reinterpretar a Nostradamus para "demostrar" que "predijo" hechos ocurridos en el pasado. Por ejemplo, después de surgir la amenaza de Hitler, los expertos aseguraron que lo había predicho (haber avisado antes, muchachos, que eso fue un desastre) e incluso llegaron a afirmar que el nombre del río Hister era en realidad una forma "oculta" (a saber para qué) del nombre "Hitler".
A toro pasado, los expertos han hecho que Nostradamus lo prediga todo. Lo que nunca han conseguido hacer es darnos una profecía que describa el futuro con alguna precisión.
La alteración del pasado, la reinterpretación de las adivinaciones y la vaguedad son y siguen siendo el elemento central del que viven los adivinos.
En la mayoría de los casos, sin embargo, se limitan a mentir diciendo que predijeron algo que en realidad no predijeron. ¿Quién lo va a comprobar?
La explotación de una debilidad humana
La esencia de su éxito es el deseo del hombre por controlar el futuro, por tener una ventaja en la apuesta que es la vida, por tener firmes las riendas de su existencia y la de la gente a su alrededor. No es extraño que personas en posición de poder acudan a distintos adivinos para sustentar sus decisiones y tratar de garantizar su lugar en la historia. Julio César usaba augures que "leían" las entrañas de las aves. Ronald Reagan tenía a una astróloga Joan Quigley (que sigue anunciándose como "astróloga presidencial") para que dijera a qué hora debía despegar su avión o invadir un país, pese a que la supuesta clarividente no le avisó al presidente del pequeño detallito de que un loco iba a atentar contra su vida, cosa que sin duda habría sido un detalle. En México, Carlos Salinas (que durante su presidencia se encargó de imponer el neoliberalismo en México duplicando el número de pobres y multiplicando por 15 el número de millonarios en dólares, gracias Carlos) y su familia acudían a una bruja y adivina llamada "La Paca", que influyó nadie sabe cuánto en las decisiones tomadas por el presidente de 1988 a 1994.
Son sólo ejemplos.
Los que no somos poderosos en lo político o en lo económico, no por ello dejamos de tener buenos motivos para querer conocer el futuro. ¿Podremos seguir sobreviviendo decentemente con nuestro trabajo o nos espera un desastre que podríamos evitar? ¿Podremos ligarnos a la pareja deseada? ¿Aprobaremos el examen? ¿Nos aumentarán el sueldo?
El futuro y sus incertidumbres conforman una debilidad y una amenaza para todos nosotros. Con una pequeña dosis de credibilidad, es sencillo que cualquier persona, sin importar su cultura, educación, profesión, etc., caiga en manos de un adivino.
Sobre todo porque los adivinos, cuando funcionan en la consulta personal nunca cesan de halagar y alabar a sus víctimas. A nadie le amarga un dulce, y a la mayoría de la gente la seduce fácilmente una persona que nos diga que somos maravillosos, que todo irá bien, que nuestros defectos son virtudes y nuestras virtudes son excelsas, que nuestro futuro es luminoso, que nos aman, que seremos ricos y demás.
Pero para llegar a tenernos cautivos en su "consulta", realizando algún ritual adivinatorio de las muchas docenas que existen, desde la astrología hasta el tarot, desde la quiromancia (leer las líneas de la mano) hasta la belomancia (adivinación por medio de flechas) o la mirmomancia (adivinación por las arrugas de la frente), el adivinador debe publicitarse.
Y no hay mejor oportunidad para publicitarse que el fin de año.
Así que estemos atentos a las maravillosas predicciones para 2005 del charlatanaje.
diciembre 14, 2004
Mopas 2004
El próximo 28 de diciembre, fecha sin duda señalada y de gran relevancia, en un lugar y hora de los que se informará telepáticamente a los ganadores y a los medios de comunicación del mundo misteriológico, se llevará a cabo la Gran Gala de entrega de los codiciados, valiosos y muy prestigiados Primeros Premios MOPA (Máxima Orden de la Parapsicología Alucinadita) de la Academia de Ciencias y Artes del Neo Ocultismo (ACA-NO).
Los premios MOPA (o "los Mopa", como ya se les conoce cariñosamente) son una escultura de una elegante mopa envuelta en papel aluminio con aura dorada, de 66,6 cm de altura y montada con un tornillo de acero inoxidable sobre un pedestal de aglomerado que es una monada. Fue diseñada telekinéticamente por el gurú hindú Mengelenanda Valepura, el hombre con los chacras más rápidos del mundo.
Las primeras categorías propuestas para su premiación en esta ocasión son:
(Los premios sólo podrán recogerse en el lugar y hora de los que se avisará telepáticamente. Los premios no recogidos serán donados a la ONG de Enanos de Jardín Limpiadores de Escaleras.)
Atentamente,
La Vicepresidencia Áurica Transdimensional Iniciada de ACA-NO (sección Aldebarán)
Los premios MOPA (o "los Mopa", como ya se les conoce cariñosamente) son una escultura de una elegante mopa envuelta en papel aluminio con aura dorada, de 66,6 cm de altura y montada con un tornillo de acero inoxidable sobre un pedestal de aglomerado que es una monada. Fue diseñada telekinéticamente por el gurú hindú Mengelenanda Valepura, el hombre con los chacras más rápidos del mundo.
Las primeras categorías propuestas para su premiación en esta ocasión son:
- Mejor nave extraterrestre de cuento (internacional)
- Mejor explotación económica de lo paranormal (internacional)
- Mejor investigación malhechota (internacional)
- Mejor ocultista en papel protagónico (hombre)
- Mejor ocultista en papel protagónico (mujer)
- Mejor troll ocultista de Internet (en español)
- Mejor ocultista en el papel de víctima (en español)
- Mejor acusación imaginaria contra los críticos (en español)
- Mejor demanda judicial (en español)
(Los premios sólo podrán recogerse en el lugar y hora de los que se avisará telepáticamente. Los premios no recogidos serán donados a la ONG de Enanos de Jardín Limpiadores de Escaleras.)
Atentamente,
La Vicepresidencia Áurica Transdimensional Iniciada de ACA-NO (sección Aldebarán)
diciembre 11, 2004
Nada es verdad ni es mentira... ¿o hay un criterio de verdad?
Echar una ojeada al mundo de la paranormalería es abrir una ventana al más integral desorden intelectual y a un convenencierismo sólo igualado por algunos políticos especialmente viles. En el mundo asombroso del ocultismo, las verdades lo son por decreto y las dudas son mal vistas (cuando no reprimidas con ese discreto entusiasmo del policía antimotines al momento de agarrar a garrotazos a un opositor al régimen). No hay método, no hay sistema, no hay categorización de los hechos. Hay lo que se podría definir filosóficamente como un desgarriate monumental.
Entrar a él es como pasearse por un grabado de Maurits Cornelius Escher, pero copiado por un tonto que no sabe dibujar. En ese mundo de delirio, lo que es arriba es en realidad abajo pero de ladito y sólo a veces, y yendo a la derecha se llega a la izquierda dándole dos vueltas a la oratez y atropellando a la razón, todo sin concierto, sin geometría y al capricho de moda.
En pocas palabras, la paranormalología es un batidillo donde queda claro que para "investigar" los "misterios" que luego ofrece en venta, el ocultismo carece de un "criterio de verdad" y ello es como decir que carece de todo.
No huya, lectora, lector, que aunque esto suene a filosofía en realidad es de lo más sencillo. Tan sencillo que un paranormalólogo, un parapsicólogo, un misteriólogo o un enigmatólogo podría comprenderlo si se aplica con tesón. Más sencillo no se puede ser, pues.
"Criterio de verdad" es la base que utilizamos para determinar que algo es verdad o no.
Por ejemplo, si alguien ofrece vendernos baratísimo un Ferrari Testarossa rojo y lo que nos muestra es un viejo escarabajo Volkswagen negro con la pintura descascarada, nosotros sabemos que eso no es un Ferrari Testarossa rojo.
¿Y cómo lo sabemos?
El "criterio de verdad" inmediato que utilizamos en este caso es nuestra experiencia previa y nuestra memoria de las cosas.
Es decir, en el pasado hemos visto Ferraris o al menos nos han comentado que se trata de impresionantes automóviles deportivos. Igualmente, hemos visto escarabajos Volkswagen (conocidos en México como "vochos" o "vochitos") y nunca nadie nos ha dicho que sean alguna forma embotada o subdesarrollada de Ferrari. Por otra parte, conocemos el color "rojo" y el color "negro", y hasta la fecha nunca los hemos confundido. Esa experiencia y esa memoria nos sirven para poderle sugerir amablemente a quien nos ofrece en venta dicho vehículo que se lo meta a lo ancho por donde le quepa, o que vaya a tratar de timar a la más vieja de su casa.
Pero supongamos que, ante nuestra indignación, el sujeto, que se dice "experto en automóviles" y agita varios títulos y diplomas que no deja ver claramente, insiste con firmeza y decisión en que eso que está ante nuestros ojos es, en realidad, un Ferrari Testarossa rojo, y nos desafía a que probemos que es un vocho mientras señala algunas similitudes asombrosas del escarabajo con la obra maestra de Ferrari (tiene dos puertas, tiene el motor detrás, tiene volante, cuatro ruedas, etc.).
Aunque sea simplemente por demostrarle que es un mangante y un desvergonzado, decidimos darle por su lado un rato.
En ese momento, debemos usar otro criterio de verdad para poderle demostrar su mentira.
No bastará ya que conozcamos Ferraris y Volkswagens, o que identifiquemos los colores, eso sólo es un experiencia personal. Hay que dar pruebas.
Podemos, por ejemplo, usar los números de serie de la carrocería y del motor para demostrar que dicho vehículo fue fabricado por la Volkswagen de Puebla y no por la Ferrari de Maranello, y las escrituras de ambas empresas para demostrar que no son la misma. Y podemos utilizar un colorímetro para demostrar tajantemente que la longitud de onda del rojo no está presente en el negro del vochito en cuestión.
O bien, podemos hacer una encuesta para establecer que a ojos de la inmensa mayoría de las personas, con la salvedad del comerciante en cuestión, eso se llama "Volkswagen negro" y no "Ferrari rojo".
O bien, podemos llamar a otro experto en automóviles, dotado de los correspondientes títulos y diplomas (que sí deje que se vean y contrasten), para que dé su testimonio como genuino experto y explique lo que es un verdadero Ferrari.
O bien, podemos enumerar las cualidades del Ferrari que están ausentes del Volkswagen: los orificios laterales en la carrocería para la ventilación del motor, las cuatro válvulas por cilindro en lugar de dos, la inyección de combustible K Jetronic en lugar del carburadorcito elemental del vocho, el motor de doce cilindros en V en lugar de los 4 enfrentados en boxer del vocho, el diseño de Pininfarina de la década de 1980 contra el diseño de Ferdinand Porsche de la década de 1930, etc., etc.
En cada uno de esos casos estamos utilizando "criterios de verdad" para diferenciar el Ferrari rojo del Volkswagen negro.
Podemos hacer algo más: preguntarle al embaucador automovilístico cuál es el criterio de verdad que él usa para diferenciar un Ferrari Testarossa rojo de un escarabajo Volkswagen negro. Así podemos o bien usar su criterio de verdad para demostrarle que en realidad no tiene un Ferrari Testarossa o, mejor aún, podemos demostrarle que su criterio de verdad es insuficiente, mendaz, incierto, impreciso o simplemente desordenado e inservible.
O paranormal.
En todas las acciones de nuestra vida estamos constantemente usando "criterios de verdad". ¿Cómo sabemos si el producto que compramos es el que queremos? Pues porque tiene una marca determinada, porque el empaque es el correcto, porque tiene un fabricante determinado, porque se vende en un establecimiento de prestigio, etc. ¿Cómo sabemos que la leche está agria o no? Podemos hacerle un análisis químico-bacteriológico complejo, pero generalmente nos basta con olerla. ¿Cómo sabemos que una persona a la que vemos hoy es la misma persona que vimos ayer y no otra del mismo aspecto pero distinta? ¿Cómo sabemos cuándo esperar para cruzar una calle y cuándo cruzar? ¿Cómo sabemos que una sustancia es venenosa? ¿Cómo sabemos que tenemos un resfriado? ¿Cómo sabemos que hace calor y no solamente que "creemos" que hace calor? Y etcétera...
Sin darnos cuenta, día a día, todo el tiempo, estamos aplicando "criterios de verdad" a toda la realidad que nos rodea.
El conocimiento certero relacionado con el universo físico y sus relaciones tiene también su "criterio de verdad". El método científico es, en resumen, un criterio de verdad para enfrentarnos a los hechos de la realidad con alguna certeza.
El "criterio de verdad" más común en la ciencia es la experimentación, sometida a controles estrictos de variables y desarrollada por medio de protocolos experimentales claros y detallados que permitan que otra persona pueda replicar el experimento. Cuando los experimentos funcionan y cualquiera puede replicarlos en las condiciones dadas, se considera que se tiene un hecho real, o una explicación válida sobre algún aspecto de la realidad.
No todas las afirmaciones son sujetas de comprobación científica, claro. Para que una propuesta sea asunto de la ciencia debe ser "falsable", concepto introducido por el filósofo de la ciencia Karl Popper.
Dice Popper que, para afirmar que una proposición es científicamente abordable, debe ser "falsificable" o "falsable", es decir, que su construcción debe ser tal que se pueda proponer hipotéticamente una observación que, de hacerse, demostraría que la proposición es falsa.
Pensemos en una afirmación como "Todos los cuervos son negros". Para que esta frase sea científicamente abordable, debemos determinar si es "falsable". ¿Existe una observación hipotética que podría demostrar que la afirmación es falsa? Sí. La observación de un cuervo de cualquier otro color, por ejemplo, bastaría para convertir a la afirmación en falsa. La frase "todos los cuervos son negros" es falsable. Eso no quiere decir que sea falsa, simplemente que hay en teoría observaciones que podrían demostrar la falsedad de la afirmación. Incluso una proposición imaginaria o descabellada puede ser falsable. Por ejemplo, "en la cima del K-2 toman té dos yetis diariamente a las cinco de la tarde" es falsable. Bastaría ir un día a la cima del K-2 a esa hora y ver que no hay yetis tomando el té.
Afirmaciones como "el cáncer es incurable" se falsa con la curación de un solo cáncer (de hecho, es falsa). "La tierra es semiesférica", "el universo es infinito", etc. son proposiciones falsables y por tanto son del dominio del conocimiento certero.
Las proposiciones no falsables son consideradas por la epistemología como anticientíficas, imposibles de verificar, creencias, ideologías, supersticiones, ilusiones o tonterías.
Por ejemplo, si un paranoico clásico dice que "todos están contra él", nos da una afirmación que no se puede falsar, que es como decir que no se puede probar si es cierta o falsa. No hay modo en que se pueda demostrar al esquizofrénico en cuestión que su propuesta es incorrecta, interpretará todos los argumentos a su manera para sustentar su creencia. Piénselo: ¿cómo le demostraría a un esquizofrénico que no todos están contra él?
Si decimos: "Todos los bebés humanos son el resultado de la fusión de un espermatozoide y un óvulo", esa proposición sí es falsable. Bastaría tener un ser humano que no fuera resultado de esa fusión para demostrar que la afirmación es falsa. De hecho, en el momento en que se haga realidad la clonación humana, dicha frase será falsa y la proposición se deberá reformular más correctamente como "Todos los bebés humanos son el resultado de la fusión de un óvulo con un espermatozoide o de un óvulo enucleado con el material genético de una célula adulta", o términos similares.
El sicoanálisis, por ejemplo, es infalsable. Si un analista dice que su paciente está "en negación" de su odio a su madre, está diciendo que el hecho de negar que odia a su madre confirma precisamente ese odio. ¿Cómo se falsa la proposición "fulano odia a su madre"? Es imposible. No hay modo alguno en que el paciente pudiera demostrar que el analista está equivocado. Si el paciente actúa con especial cariño y devoción hacia su madre, el analista puede decir que lo hace "por sentirse culpable de su odio". El analista decreta que el paciente odia a su madre y no hay nada en el mundo que pueda hacerle cambiar de opinión.
Afirmaciones no falsables son: "el hombre tiene un alma inmortal", "dios existe", "algunas personas ven naves extraterrestres en los cielos de la tierra", "las caras de Bélmez son de origen paranormal", etc.
Desde hace varias semanas, en la lista de correos sin censura Charlatanes he intentado conseguir que Manuel Capella, segundo vicepresidente de la SEIP (sujeto que, por confesión propia, ha tenido la osadía de dar "consulta" supuestamente "clínica" como hipnotizador durante la friolera de 14 años a un número indeterminado de víctimas), respondiera a la pregunta de cómo un "investigador parapsicológico" reconoce un fenómeno "paranormal".
En la lista, Capella afirmó audazmente: estoy aqui para debatir lo que haga falta.
Así que me atreví a preguntarle cómo hacían los parapsicólogos para diferenciar lo que es "normal" y que no es asunto de su "estudio" y qué es "paranormal" y por tanto merece la atención de un "experto en lo paranormal".
Pasaron los días y las semanas, repetí la pregunta en distintas redacciones tres o cuatro veces, siempre insistiendo en que me interesa sinceramente conocer el criterio de verdad de la "parapsicología". Como cualquiera puede ver en los archivos de la lista, Manuel Capella nunca respondió a esa pregunta, pese a enviar varios mensajes en los que dio vueltas por los más recónditos y alejados sitios y se fue por múltiples y creativas tangentes hablando de "pruebas", asegurando un día que los fenómenos paranormales "existen, existen y existen" para luego decir que no, que todos los fenómenos son normales, que no hay nada paranormal y, en fin, hizo todo tipo de contorsiones argumentales para no responder cómo reconoce un autoproclamado "parapsicólogo" un fenómeno paranormal y lo diferencia de uno no paranormal.
En pocas palabras, estos "investigadores parapsicológicos" no tienen un criterio elemental para diferenciar ya no un Ferrari de un Volkswagen, sino cualquier auto fórmula uno de un fenómeno paranormal.
Desde que comencé la tarea de divulgar información científica y colaborar en la tarea de desenmascarar charlatanes, hace unos 30 años, le he presentado esta pregunta o algunas similares a todos los misteriólogos y ocultistas que me he encontrado (y que han fingido al menos disposición al diálogo). He visto que todos danzan divinamente el vals de fingir demencia y darle vueltas al asunto, pero ninguno de ellos tiene un criterio de verdad para identificar su objeto de estudio. Es decir, no pueden explicar cómo diferencian un truco, una ilusión, una alucinación, una falla en la percepción, una equivocación o un fraudazo de un fenómeno "genuinamente paranormal".
(Aquí llama la atención que el jefe de la SEIP, Pedro Amorós, por poner un ejemplo, haya dictaminado que las nuevas "caras de Bélmez" son de origen "paranormal" sin haber hecho ni un estudio químico, pero se haya apresurado a descartar como problemas de percepción, y sin tampoco estudiarlos, los rostros que han aparecido en otras quince casas de la cada vez más paranormal localidad jiennense.)
No hay modo de saber cómo es que un "investigador parapsicológico" sabe cuando un fenómeno es paranormal o no lo es ¿Cuál es el mecanismo que les permite diferenciar lo cierto de lo falsado? ¿Qué tipo de razonamiento siguen? Seguramente el asunto es muchísimo más importante que los diplomas de juguete de uno u otro ocultista. Sólo conociendo su criterio de verdad podemos enfrentar con seriedad la multitud de afirmaciones extravagantes que nos ofrecen.
Los promotores de las teorías conspiranoicas que abundan en el mundo del ocultismo del siglo XXI nos ofrecen una multitud de tales afirmaciones infalsables y sin un criterio de verdad preciso. Por ejemplo, ¿cómo se demuestra que el gobierno de Estados Unidos no tiene ocultos en algún lugar los cuerpos de unos extraterrestres de una nave alienígena accientada?, ¿cómo se demuestra que la Atlántida no existió sino que era una metáfora platónica?, ¿cómo se comprueba que lo que dice alguien en una sesión hipnótica es una simple fantasía y no una "regresión a vidas pasadas"?
En los términos en los que estos asuntos son presentados por los profesionales del ocultismo, es imposible falsar las afirmaciones "el gobierno de EE.UU. guarda etés en algún lado", "la Atlántida existió" y "el hipnotismo permite regresar a vidas pasadas", y por tanto son creencias, ideologías, cuestiones de fe, afirmaciones sin sentido o engañifas monumentales, pero en modo alguno son proposiciones que describan de manera confiable la realidad.
No es que los ocultistas sólo tengan proposiciones no falsables, cuidado. Tienen también proposiciones falsables. Por ejemplo: "la Atlántida estuvo situada en París". Eso se puede falsar en teoría, bastaría excavar todo París sin encontrar rastros de la Atlántida. El problema en estos casos es que la Atlántida está en docenas de lugares según cada uno de los autores de la correspondiente docena de libros, y ninguno de ellos se ocupa de probar que su teoría es la correcta.
Y cuando tienen una afirmación falsable como "un número desorbitado de aviones y barcos desaparecen en el 'triángulo de las Bernudas'", que se puede investigar para demostrar, como se ha demostrado, que es una afirmación falsa, pues no se despeinan, siguen creyendo en el supuesto "fenómeno" y siguen vendiendo libritos y revistitas con disertaciones sobre el imaginario "triángulo de las Bermudas".
En realidad, quien hace afirmaciones maravillosas, como decía Hume, debe proporcionar pruebas maravillosas, y por tanto queda a los ocultistas demostrar que sus afirmaciones son ciertas.
Pero no lo hacen. Les da igual. Usan criterios de verdad diversos y convenencieros.
Exhibiendo su absoluta desorganización mental, por ejemplo, se apresuran a aceptar el criterio de verdad de la ciencia cuando les conviene (es decir, cuando algún descubrimiento científico realizado con el debido método parece darles algo de razón), pero inmediatamente después niegan el criterio de verdad de la ciencia cuando ésta les lleva la contraria (las más de las veces) y ofrecen descalificaciones, acusaciones brutalmente irresopnasbles y pataletas.
Supongamos, por ejemplo, que J.J. Benítez se cree realmente todo lo que escribe (ya sé que es una idea descabelladísima, pero jueguen conmigo un momento en cuanto acaben de reírse). Él tiene el testimonio de un soldadete que dice que viaja en el tiempo. Pero al mismo tiempo tiene otros muchísimos testimonios de otros soldados, científicos, filósofos, lavaplatos y gente de sentido común diciendo que es imposible viajar hacia atrás en el tiempo (todos viajamos en el tiempo, hacia adelante). ¿Qué criterio de verdad emplea Benítez para decidir que el testimonio del soldadete es confiable, válido y verdadero mientras que los demás testimonios no lo son?
No lo dice.
Si recorremos el ancho paisaje delirante del ocultismo y la paranormalidad, nos encontraremos una y otra vez con afirmaciones verdaderamente descabelladas que se nos pide que creamos. Es indispensable preguntarles cuál es el criterio de verdad que aplican en sus "investigaciones".
Pero, sobre todo, es importante que nosotros, cada uno de nosotros, piense en el "criterio de verdad" que utilizamos al enfrentar las afirmaciones ocultistas.
Los ocultistas le dan un valor elevadísimo a los testimonios de personas poco expertas en los hechos que atestiguan. Por ejemplo, les basta el relato de una persona para concluir algo tan complejo como la existencia de civilizaciones extraterrestres que nos visitan escondiéndose mal. Pero sabemos que hay testimonios de gente que ve hadas, o que ha visto a Elvis Presley comiéndose una hamburguesa, o que asegura tener un amigo invisible, o que es Napoleón. ¿Con base en qué deciden aceptar un testimonio y rechazar otro? Olvidemos el criterio de verdad de los ocultistas, ¿cuál es el criterio que cada uno de nosotros aplicaría para determinar que un testimonio es válido y otro no?
Generalmente, exigiría pruebas que respalden el testimonio, sin darle a éste un valor exagerado.
Otro testimonio: alguien con poca experiencia en la observación del cielo nocturno dice que vio una luz que "no era un avión". El enigmatólogo de guardia decreta que era una nave extraterrestre. ¿Cómo sabe el testigo que la luz "no era un avión" y por qué cualquier cosa que no sea un avión debe ser una nave extraterrestre según el enigmatólogo?
La afirmación: "nos visitan naves extraterrestres" es infalsable, no importa cuántos casos se expliquen, no importa cuánto se investigue, no importa cuántos datos en contra haya, no existe modo de convencer al creyente de que tal proposición es falsa.
Un criterio de verdad se debe aplicar con rigor. Al aplicar un criterio de verdad sólido a las afirmaciones de lo paranormal podemos sorprendernos al comprobar por nosotros mismos lo que se señala al principio de esta entrada: que hay un despiporre intelectual, un desorden mental un gran convenencierismo, falta de método y falta de un sistema confiable.
Sabiendo eso por nosotros mismos, habrá entonces que pensar si vale la pena seguir depositando nuestra confianza y nuestros honradamente ganados dineros en las manos de quienes "investigan" misterios inexistentes con un desaseo tan espectacular. Y eso si no es que simplemente mienten porque les conviene.
Después de todo, los más destacados ocultistas del mundo (y España no es la excepción) tienen la posibilidad de comprar un Ferrari mucho más cerca de sus cuentas bancarias que los ciudadanos de a pie.
Mientras a usted le venden Volkswagens viejos, claro.
Entrar a él es como pasearse por un grabado de Maurits Cornelius Escher, pero copiado por un tonto que no sabe dibujar. En ese mundo de delirio, lo que es arriba es en realidad abajo pero de ladito y sólo a veces, y yendo a la derecha se llega a la izquierda dándole dos vueltas a la oratez y atropellando a la razón, todo sin concierto, sin geometría y al capricho de moda.
En pocas palabras, la paranormalología es un batidillo donde queda claro que para "investigar" los "misterios" que luego ofrece en venta, el ocultismo carece de un "criterio de verdad" y ello es como decir que carece de todo.
No huya, lectora, lector, que aunque esto suene a filosofía en realidad es de lo más sencillo. Tan sencillo que un paranormalólogo, un parapsicólogo, un misteriólogo o un enigmatólogo podría comprenderlo si se aplica con tesón. Más sencillo no se puede ser, pues.
"Criterio de verdad" es la base que utilizamos para determinar que algo es verdad o no.
A la filosofía en Ferrari
Por ejemplo, si alguien ofrece vendernos baratísimo un Ferrari Testarossa rojo y lo que nos muestra es un viejo escarabajo Volkswagen negro con la pintura descascarada, nosotros sabemos que eso no es un Ferrari Testarossa rojo.
¿Y cómo lo sabemos?
El "criterio de verdad" inmediato que utilizamos en este caso es nuestra experiencia previa y nuestra memoria de las cosas.
Es decir, en el pasado hemos visto Ferraris o al menos nos han comentado que se trata de impresionantes automóviles deportivos. Igualmente, hemos visto escarabajos Volkswagen (conocidos en México como "vochos" o "vochitos") y nunca nadie nos ha dicho que sean alguna forma embotada o subdesarrollada de Ferrari. Por otra parte, conocemos el color "rojo" y el color "negro", y hasta la fecha nunca los hemos confundido. Esa experiencia y esa memoria nos sirven para poderle sugerir amablemente a quien nos ofrece en venta dicho vehículo que se lo meta a lo ancho por donde le quepa, o que vaya a tratar de timar a la más vieja de su casa.
Pero supongamos que, ante nuestra indignación, el sujeto, que se dice "experto en automóviles" y agita varios títulos y diplomas que no deja ver claramente, insiste con firmeza y decisión en que eso que está ante nuestros ojos es, en realidad, un Ferrari Testarossa rojo, y nos desafía a que probemos que es un vocho mientras señala algunas similitudes asombrosas del escarabajo con la obra maestra de Ferrari (tiene dos puertas, tiene el motor detrás, tiene volante, cuatro ruedas, etc.).
Aunque sea simplemente por demostrarle que es un mangante y un desvergonzado, decidimos darle por su lado un rato.
En ese momento, debemos usar otro criterio de verdad para poderle demostrar su mentira.
No bastará ya que conozcamos Ferraris y Volkswagens, o que identifiquemos los colores, eso sólo es un experiencia personal. Hay que dar pruebas.
Podemos, por ejemplo, usar los números de serie de la carrocería y del motor para demostrar que dicho vehículo fue fabricado por la Volkswagen de Puebla y no por la Ferrari de Maranello, y las escrituras de ambas empresas para demostrar que no son la misma. Y podemos utilizar un colorímetro para demostrar tajantemente que la longitud de onda del rojo no está presente en el negro del vochito en cuestión.
O bien, podemos hacer una encuesta para establecer que a ojos de la inmensa mayoría de las personas, con la salvedad del comerciante en cuestión, eso se llama "Volkswagen negro" y no "Ferrari rojo".
O bien, podemos llamar a otro experto en automóviles, dotado de los correspondientes títulos y diplomas (que sí deje que se vean y contrasten), para que dé su testimonio como genuino experto y explique lo que es un verdadero Ferrari.
O bien, podemos enumerar las cualidades del Ferrari que están ausentes del Volkswagen: los orificios laterales en la carrocería para la ventilación del motor, las cuatro válvulas por cilindro en lugar de dos, la inyección de combustible K Jetronic en lugar del carburadorcito elemental del vocho, el motor de doce cilindros en V en lugar de los 4 enfrentados en boxer del vocho, el diseño de Pininfarina de la década de 1980 contra el diseño de Ferdinand Porsche de la década de 1930, etc., etc.
En cada uno de esos casos estamos utilizando "criterios de verdad" para diferenciar el Ferrari rojo del Volkswagen negro.
Podemos hacer algo más: preguntarle al embaucador automovilístico cuál es el criterio de verdad que él usa para diferenciar un Ferrari Testarossa rojo de un escarabajo Volkswagen negro. Así podemos o bien usar su criterio de verdad para demostrarle que en realidad no tiene un Ferrari Testarossa o, mejor aún, podemos demostrarle que su criterio de verdad es insuficiente, mendaz, incierto, impreciso o simplemente desordenado e inservible.
O paranormal.
Criterios de verdad para todas las ocasiones
En todas las acciones de nuestra vida estamos constantemente usando "criterios de verdad". ¿Cómo sabemos si el producto que compramos es el que queremos? Pues porque tiene una marca determinada, porque el empaque es el correcto, porque tiene un fabricante determinado, porque se vende en un establecimiento de prestigio, etc. ¿Cómo sabemos que la leche está agria o no? Podemos hacerle un análisis químico-bacteriológico complejo, pero generalmente nos basta con olerla. ¿Cómo sabemos que una persona a la que vemos hoy es la misma persona que vimos ayer y no otra del mismo aspecto pero distinta? ¿Cómo sabemos cuándo esperar para cruzar una calle y cuándo cruzar? ¿Cómo sabemos que una sustancia es venenosa? ¿Cómo sabemos que tenemos un resfriado? ¿Cómo sabemos que hace calor y no solamente que "creemos" que hace calor? Y etcétera...
Sin darnos cuenta, día a día, todo el tiempo, estamos aplicando "criterios de verdad" a toda la realidad que nos rodea.
El conocimiento certero relacionado con el universo físico y sus relaciones tiene también su "criterio de verdad". El método científico es, en resumen, un criterio de verdad para enfrentarnos a los hechos de la realidad con alguna certeza.
El "criterio de verdad" más común en la ciencia es la experimentación, sometida a controles estrictos de variables y desarrollada por medio de protocolos experimentales claros y detallados que permitan que otra persona pueda replicar el experimento. Cuando los experimentos funcionan y cualquiera puede replicarlos en las condiciones dadas, se considera que se tiene un hecho real, o una explicación válida sobre algún aspecto de la realidad.
Falsabilidad
No todas las afirmaciones son sujetas de comprobación científica, claro. Para que una propuesta sea asunto de la ciencia debe ser "falsable", concepto introducido por el filósofo de la ciencia Karl Popper.
Dice Popper que, para afirmar que una proposición es científicamente abordable, debe ser "falsificable" o "falsable", es decir, que su construcción debe ser tal que se pueda proponer hipotéticamente una observación que, de hacerse, demostraría que la proposición es falsa.
Pensemos en una afirmación como "Todos los cuervos son negros". Para que esta frase sea científicamente abordable, debemos determinar si es "falsable". ¿Existe una observación hipotética que podría demostrar que la afirmación es falsa? Sí. La observación de un cuervo de cualquier otro color, por ejemplo, bastaría para convertir a la afirmación en falsa. La frase "todos los cuervos son negros" es falsable. Eso no quiere decir que sea falsa, simplemente que hay en teoría observaciones que podrían demostrar la falsedad de la afirmación. Incluso una proposición imaginaria o descabellada puede ser falsable. Por ejemplo, "en la cima del K-2 toman té dos yetis diariamente a las cinco de la tarde" es falsable. Bastaría ir un día a la cima del K-2 a esa hora y ver que no hay yetis tomando el té.
Afirmaciones como "el cáncer es incurable" se falsa con la curación de un solo cáncer (de hecho, es falsa). "La tierra es semiesférica", "el universo es infinito", etc. son proposiciones falsables y por tanto son del dominio del conocimiento certero.
Las proposiciones no falsables son consideradas por la epistemología como anticientíficas, imposibles de verificar, creencias, ideologías, supersticiones, ilusiones o tonterías.
Por ejemplo, si un paranoico clásico dice que "todos están contra él", nos da una afirmación que no se puede falsar, que es como decir que no se puede probar si es cierta o falsa. No hay modo en que se pueda demostrar al esquizofrénico en cuestión que su propuesta es incorrecta, interpretará todos los argumentos a su manera para sustentar su creencia. Piénselo: ¿cómo le demostraría a un esquizofrénico que no todos están contra él?
Si decimos: "Todos los bebés humanos son el resultado de la fusión de un espermatozoide y un óvulo", esa proposición sí es falsable. Bastaría tener un ser humano que no fuera resultado de esa fusión para demostrar que la afirmación es falsa. De hecho, en el momento en que se haga realidad la clonación humana, dicha frase será falsa y la proposición se deberá reformular más correctamente como "Todos los bebés humanos son el resultado de la fusión de un óvulo con un espermatozoide o de un óvulo enucleado con el material genético de una célula adulta", o términos similares.
El sicoanálisis, por ejemplo, es infalsable. Si un analista dice que su paciente está "en negación" de su odio a su madre, está diciendo que el hecho de negar que odia a su madre confirma precisamente ese odio. ¿Cómo se falsa la proposición "fulano odia a su madre"? Es imposible. No hay modo alguno en que el paciente pudiera demostrar que el analista está equivocado. Si el paciente actúa con especial cariño y devoción hacia su madre, el analista puede decir que lo hace "por sentirse culpable de su odio". El analista decreta que el paciente odia a su madre y no hay nada en el mundo que pueda hacerle cambiar de opinión.
Afirmaciones no falsables son: "el hombre tiene un alma inmortal", "dios existe", "algunas personas ven naves extraterrestres en los cielos de la tierra", "las caras de Bélmez son de origen paranormal", etc.
De Ferraris y fenómenos paranormales
Desde hace varias semanas, en la lista de correos sin censura Charlatanes he intentado conseguir que Manuel Capella, segundo vicepresidente de la SEIP (sujeto que, por confesión propia, ha tenido la osadía de dar "consulta" supuestamente "clínica" como hipnotizador durante la friolera de 14 años a un número indeterminado de víctimas), respondiera a la pregunta de cómo un "investigador parapsicológico" reconoce un fenómeno "paranormal".
En la lista, Capella afirmó audazmente: estoy aqui para debatir lo que haga falta.
Así que me atreví a preguntarle cómo hacían los parapsicólogos para diferenciar lo que es "normal" y que no es asunto de su "estudio" y qué es "paranormal" y por tanto merece la atención de un "experto en lo paranormal".
Pasaron los días y las semanas, repetí la pregunta en distintas redacciones tres o cuatro veces, siempre insistiendo en que me interesa sinceramente conocer el criterio de verdad de la "parapsicología". Como cualquiera puede ver en los archivos de la lista, Manuel Capella nunca respondió a esa pregunta, pese a enviar varios mensajes en los que dio vueltas por los más recónditos y alejados sitios y se fue por múltiples y creativas tangentes hablando de "pruebas", asegurando un día que los fenómenos paranormales "existen, existen y existen" para luego decir que no, que todos los fenómenos son normales, que no hay nada paranormal y, en fin, hizo todo tipo de contorsiones argumentales para no responder cómo reconoce un autoproclamado "parapsicólogo" un fenómeno paranormal y lo diferencia de uno no paranormal.
En pocas palabras, estos "investigadores parapsicológicos" no tienen un criterio elemental para diferenciar ya no un Ferrari de un Volkswagen, sino cualquier auto fórmula uno de un fenómeno paranormal.
Desde que comencé la tarea de divulgar información científica y colaborar en la tarea de desenmascarar charlatanes, hace unos 30 años, le he presentado esta pregunta o algunas similares a todos los misteriólogos y ocultistas que me he encontrado (y que han fingido al menos disposición al diálogo). He visto que todos danzan divinamente el vals de fingir demencia y darle vueltas al asunto, pero ninguno de ellos tiene un criterio de verdad para identificar su objeto de estudio. Es decir, no pueden explicar cómo diferencian un truco, una ilusión, una alucinación, una falla en la percepción, una equivocación o un fraudazo de un fenómeno "genuinamente paranormal".
(Aquí llama la atención que el jefe de la SEIP, Pedro Amorós, por poner un ejemplo, haya dictaminado que las nuevas "caras de Bélmez" son de origen "paranormal" sin haber hecho ni un estudio químico, pero se haya apresurado a descartar como problemas de percepción, y sin tampoco estudiarlos, los rostros que han aparecido en otras quince casas de la cada vez más paranormal localidad jiennense.)
No hay modo de saber cómo es que un "investigador parapsicológico" sabe cuando un fenómeno es paranormal o no lo es ¿Cuál es el mecanismo que les permite diferenciar lo cierto de lo falsado? ¿Qué tipo de razonamiento siguen? Seguramente el asunto es muchísimo más importante que los diplomas de juguete de uno u otro ocultista. Sólo conociendo su criterio de verdad podemos enfrentar con seriedad la multitud de afirmaciones extravagantes que nos ofrecen.
Los promotores de las teorías conspiranoicas que abundan en el mundo del ocultismo del siglo XXI nos ofrecen una multitud de tales afirmaciones infalsables y sin un criterio de verdad preciso. Por ejemplo, ¿cómo se demuestra que el gobierno de Estados Unidos no tiene ocultos en algún lugar los cuerpos de unos extraterrestres de una nave alienígena accientada?, ¿cómo se demuestra que la Atlántida no existió sino que era una metáfora platónica?, ¿cómo se comprueba que lo que dice alguien en una sesión hipnótica es una simple fantasía y no una "regresión a vidas pasadas"?
En los términos en los que estos asuntos son presentados por los profesionales del ocultismo, es imposible falsar las afirmaciones "el gobierno de EE.UU. guarda etés en algún lado", "la Atlántida existió" y "el hipnotismo permite regresar a vidas pasadas", y por tanto son creencias, ideologías, cuestiones de fe, afirmaciones sin sentido o engañifas monumentales, pero en modo alguno son proposiciones que describan de manera confiable la realidad.
No es que los ocultistas sólo tengan proposiciones no falsables, cuidado. Tienen también proposiciones falsables. Por ejemplo: "la Atlántida estuvo situada en París". Eso se puede falsar en teoría, bastaría excavar todo París sin encontrar rastros de la Atlántida. El problema en estos casos es que la Atlántida está en docenas de lugares según cada uno de los autores de la correspondiente docena de libros, y ninguno de ellos se ocupa de probar que su teoría es la correcta.
Y cuando tienen una afirmación falsable como "un número desorbitado de aviones y barcos desaparecen en el 'triángulo de las Bernudas'", que se puede investigar para demostrar, como se ha demostrado, que es una afirmación falsa, pues no se despeinan, siguen creyendo en el supuesto "fenómeno" y siguen vendiendo libritos y revistitas con disertaciones sobre el imaginario "triángulo de las Bermudas".
En realidad, quien hace afirmaciones maravillosas, como decía Hume, debe proporcionar pruebas maravillosas, y por tanto queda a los ocultistas demostrar que sus afirmaciones son ciertas.
Pero no lo hacen. Les da igual. Usan criterios de verdad diversos y convenencieros.
Exhibiendo su absoluta desorganización mental, por ejemplo, se apresuran a aceptar el criterio de verdad de la ciencia cuando les conviene (es decir, cuando algún descubrimiento científico realizado con el debido método parece darles algo de razón), pero inmediatamente después niegan el criterio de verdad de la ciencia cuando ésta les lleva la contraria (las más de las veces) y ofrecen descalificaciones, acusaciones brutalmente irresopnasbles y pataletas.
Supongamos, por ejemplo, que J.J. Benítez se cree realmente todo lo que escribe (ya sé que es una idea descabelladísima, pero jueguen conmigo un momento en cuanto acaben de reírse). Él tiene el testimonio de un soldadete que dice que viaja en el tiempo. Pero al mismo tiempo tiene otros muchísimos testimonios de otros soldados, científicos, filósofos, lavaplatos y gente de sentido común diciendo que es imposible viajar hacia atrás en el tiempo (todos viajamos en el tiempo, hacia adelante). ¿Qué criterio de verdad emplea Benítez para decidir que el testimonio del soldadete es confiable, válido y verdadero mientras que los demás testimonios no lo son?
No lo dice.
Si recorremos el ancho paisaje delirante del ocultismo y la paranormalidad, nos encontraremos una y otra vez con afirmaciones verdaderamente descabelladas que se nos pide que creamos. Es indispensable preguntarles cuál es el criterio de verdad que aplican en sus "investigaciones".
Pero, sobre todo, es importante que nosotros, cada uno de nosotros, piense en el "criterio de verdad" que utilizamos al enfrentar las afirmaciones ocultistas.
Los ocultistas le dan un valor elevadísimo a los testimonios de personas poco expertas en los hechos que atestiguan. Por ejemplo, les basta el relato de una persona para concluir algo tan complejo como la existencia de civilizaciones extraterrestres que nos visitan escondiéndose mal. Pero sabemos que hay testimonios de gente que ve hadas, o que ha visto a Elvis Presley comiéndose una hamburguesa, o que asegura tener un amigo invisible, o que es Napoleón. ¿Con base en qué deciden aceptar un testimonio y rechazar otro? Olvidemos el criterio de verdad de los ocultistas, ¿cuál es el criterio que cada uno de nosotros aplicaría para determinar que un testimonio es válido y otro no?
Generalmente, exigiría pruebas que respalden el testimonio, sin darle a éste un valor exagerado.
Otro testimonio: alguien con poca experiencia en la observación del cielo nocturno dice que vio una luz que "no era un avión". El enigmatólogo de guardia decreta que era una nave extraterrestre. ¿Cómo sabe el testigo que la luz "no era un avión" y por qué cualquier cosa que no sea un avión debe ser una nave extraterrestre según el enigmatólogo?
La afirmación: "nos visitan naves extraterrestres" es infalsable, no importa cuántos casos se expliquen, no importa cuánto se investigue, no importa cuántos datos en contra haya, no existe modo de convencer al creyente de que tal proposición es falsa.
Un criterio de verdad se debe aplicar con rigor. Al aplicar un criterio de verdad sólido a las afirmaciones de lo paranormal podemos sorprendernos al comprobar por nosotros mismos lo que se señala al principio de esta entrada: que hay un despiporre intelectual, un desorden mental un gran convenencierismo, falta de método y falta de un sistema confiable.
Sabiendo eso por nosotros mismos, habrá entonces que pensar si vale la pena seguir depositando nuestra confianza y nuestros honradamente ganados dineros en las manos de quienes "investigan" misterios inexistentes con un desaseo tan espectacular. Y eso si no es que simplemente mienten porque les conviene.
Después de todo, los más destacados ocultistas del mundo (y España no es la excepción) tienen la posibilidad de comprar un Ferrari mucho más cerca de sus cuentas bancarias que los ciudadanos de a pie.
Mientras a usted le venden Volkswagens viejos, claro.
diciembre 08, 2004
Las caras de Bélmez y la coartada paranormal
(Nota: Ahora puede usted hacer sus propias teleplastias con el ¡Nuevo! Kit de Teleplastias ACME® diseñado por Gerardo García-Trío en su blog Bajo el volcán. TOda familia debería tener uno.)
El programa Milenio 3 de Íker Jiménez informaba el domingo que ese mismo día de puente, y sin que nadie lo supiera antes, la SEIP había realizado el "levantamiento" de unas muestras de los dibujos de caras del suelo de la llamada "nueva casa" de caras de cemento.
La hipérbole fue tremenda, como corresponde a este tipo de emisión, desde afirmar que hubo estrictas "medidas de seguridad" (vaya usted a saber para qué) en la casa, hasta la presunción de que fueron "los de" Milenio 3 los que "solicitamos", aseguraba Íker Jiménez, un estudio serio (con lo cual asegura que lo que se emprendió ayer fue un estudio serio, aunque eso toca decirlo a científicos independientes, no a alguien personalmente interesado en el affaire Bélmez, y de paso asegura que los estudios en los que él y otros autores se han basado, no fueron serios, lo cual es una confesión que vale la pena agradecer).
No nos cebaremos en las inconexas palabras de Pedro Amorós a los micrófonos de Milenio 3 asegurando que las muestras fueron pedidas por dos universidades que en breves segundos se convirtieron en "una universidad y un laboratorio", luego en "dos laboratorios" y al final se quedó en "tres laboratorios, uno de comparación y dos de análisis".
Lo importante es que Amorós asegura que para el levantamiento de muestras usaron el procedimiento "indicado" por los laboratorios.
Lo que no se dice son algunos asuntillos decididamente importantes: nombres de los laboratorios, a santo de qué "pidieron muestras", para qué análisis y por qué ésos y no otros, por qué los laboratorios "indicaron" cómo tomarlas a la SEIP en lugar de mandar a un experto (dejándolo todo en las manos de partes más que interesadas), quién y cómo tomó las muestras y por qué había un circo de tres pistas montado con policía, gente del ayuntamiento y un juez de paz, pero ningún científico o experto independiente.
(Los científicos independientes son un ingrediente clave de cualquier investigación, cosa que parece evidente.)
Como sea, las muestras (que habrá que esperar a que se difundan los vídeos para determinar si se tomaron con un mínimo aseo empleando técnicas como las que aquí sí sugerimos el 20 de octubre indicando cómo se deberían hacer estas cosas según un método confiable, hay otros, claro) fueron tomadas, se nos dice, selladas (por el ayuntamiento, otra parte interesada) y se transportarían bajo ahí sí no sabemos qué medidas de seguridad hacia los misteriosos laboratorios.
En todo caso, si el procedimiento se hizo con aseo científico y si los laboratorios son independientes (es decir, en ellos no trabaja ningún miembro de la SEIP o algún pariente suyo, o algún autor de libros o artículos con intereses en el asunto), los resultados serían válidos en primera instancia y valdría la pena replicarlos en otros laboratorios como corresponde a toda investigación científica.
Íker Jiménez asegura (sin haber estado allí) que "ningún miembro de la SEIP" tocó las muestras (suponemos que no la "ha tocado" en el levantamiento, eso no garantiza nada sobre lo acontecido entre el 25 de septiembre y el domingo 5 de diciembre). Eso deja de nuevo la duda sobre quién tomó las muestras y garantizó que la toma era metodológicamente correcta, porque "no ser miembro de la SEIP" tampoco es garantía de nada.
Pero no nos anticipemos. Si científicos expertos en el asunto de las tomas de muestras de cemento revisan los vídeos del levantamiento y consideran que el protocolo usado para la recogida de muestras es confiable, lo que ha conseguido el affaire Bélmez gracias a Javier Cavanilles y al comunicado de la Red por una información crítica es más de lo conseguido en 33 años de las "caras viejas": poner un poco de orden y método donde sólo ha habido los delirios de ocultistas y el interés en la producción de materiales para el consumo.
Alguien en Milenio 3 (no conozco las voces) hizo una observación sumamente astuta: si se usó agua y aceite para "hacer surgir las caras", lo que va a ocurrir es que "el agua y aceite" saldrán en el análisis. Pues sí. De eso se trata. Por eso los supuestos laboratorios deben comparar las zonas oscuras de los dibujos de caras con las zonas en las que no hay pigmentación para determinar qué alteración física o química causa la diferencia de color en el cemento. Si hay aceite igual y en cantidades estadísticamente similares en zonas con y sin color, el color se deberá a otra cosa. (Esto lo suponemos aventuradamente, porque nadie dijo nunca qué se va a buscar en los análisis.)
En realidad, es una suerte que quedaran caras para analizar, sobre todo porque hace apenas unos días la versión de la SEIP era que el piso de la "nueva casa" estaba totalmente "destrozado" por los miles de visitantes que ahora la alcaldesa niega que hayan estado allí. Ahora han vuelto, al parecer.
Pero nada de lo que resultara de los análisis de laboratorio (de nuevo, si son independientes y la toma de muestras ha sido correctas) será motivo de que ningún ocultista profesional dé marcha atrás en su convicción de que las caras tienen un origen paranormal. Cuentan para ello con una forma sencilla, cómoda y repantigada de aclararnos todo: la coartada paranormal.
Veamos qué conclusiones puede dar un laboratorio, los razonamientos que ello podría provocar racionalmente y cómo se aplicaría en cada caso la coartada paranormal que ya tienen lista los ocultistas profesionales.
La diferencia de coloración está causada por:
Ahora imaginemos que apareciera un incriminador vídeo de cámara oculta mostrando a alguien con un pincel o carboncillo, botella de aceite de oliva o de coche, tubo de pintura al óleo o manzana, muy concentrada en pintar unos rostros en el piso de alguna de las "casas misteriosas" de Bélmez. Parece que esta persona está pintando las caras, ¿verdad? Pues no. La coartada paranormal (la que están dispuestos a afirmar los protogurús y que están dispuestos a creer los seguidores de sus protosectas, dice que no. Se han "documentado" muchos casos de escritura, pintura y dibujo automáticos en los cuales, se afirma, una fuerza más allá de nuestra comprensión utiliza como "medio" o médium a una persona "receptiva" o "sensible", como sería el caso de Madge Gill, pintora cuyas obras mediúmnicas recuerdan a algunos de los rostros dibujados en Bélmez.
Por lo tanto, según la coartada paranormal, si alguien pintó las caras, lo hizo respondiendo a una fuerza que escapa a nuestra comprensión y el fenómeno sigue siendo paranormal.
Por eso, sigo sin explicarme el barullo que se ha formado en el mundo del ocultismo, en la radio ocultista, en los foros ocultistas de Internet, ante el riesgo de que se "descubra la verdad" detrás de las "caras de Bélmez". Pase lo que pase, no pasará nada. Los creyentes seguirán creyendo y alimentando fobias conspiranoicas contra quienes osan no estar de acuerdo con ellos, la SEIP saldrá fortalecida, los afectados viajarán a más congresos internacionales, se venderán más libros, las revistas ocultistas tendrán material para llenar más páginas y, en general y salvo algunos casos de personas que encuentren todo el asunto demasiado difícil de tragar, el negocio seguirá tan campante, sobre todo para los que no viven en Bélmez.
Laboratorios secretos presuntamente analizan presuntas caras
El programa Milenio 3 de Íker Jiménez informaba el domingo que ese mismo día de puente, y sin que nadie lo supiera antes, la SEIP había realizado el "levantamiento" de unas muestras de los dibujos de caras del suelo de la llamada "nueva casa" de caras de cemento.
La hipérbole fue tremenda, como corresponde a este tipo de emisión, desde afirmar que hubo estrictas "medidas de seguridad" (vaya usted a saber para qué) en la casa, hasta la presunción de que fueron "los de" Milenio 3 los que "solicitamos", aseguraba Íker Jiménez, un estudio serio (con lo cual asegura que lo que se emprendió ayer fue un estudio serio, aunque eso toca decirlo a científicos independientes, no a alguien personalmente interesado en el affaire Bélmez, y de paso asegura que los estudios en los que él y otros autores se han basado, no fueron serios, lo cual es una confesión que vale la pena agradecer).
No nos cebaremos en las inconexas palabras de Pedro Amorós a los micrófonos de Milenio 3 asegurando que las muestras fueron pedidas por dos universidades que en breves segundos se convirtieron en "una universidad y un laboratorio", luego en "dos laboratorios" y al final se quedó en "tres laboratorios, uno de comparación y dos de análisis".
Lo importante es que Amorós asegura que para el levantamiento de muestras usaron el procedimiento "indicado" por los laboratorios.
Lo que no se dice son algunos asuntillos decididamente importantes: nombres de los laboratorios, a santo de qué "pidieron muestras", para qué análisis y por qué ésos y no otros, por qué los laboratorios "indicaron" cómo tomarlas a la SEIP en lugar de mandar a un experto (dejándolo todo en las manos de partes más que interesadas), quién y cómo tomó las muestras y por qué había un circo de tres pistas montado con policía, gente del ayuntamiento y un juez de paz, pero ningún científico o experto independiente.
(Los científicos independientes son un ingrediente clave de cualquier investigación, cosa que parece evidente.)
Como sea, las muestras (que habrá que esperar a que se difundan los vídeos para determinar si se tomaron con un mínimo aseo empleando técnicas como las que aquí sí sugerimos el 20 de octubre indicando cómo se deberían hacer estas cosas según un método confiable, hay otros, claro) fueron tomadas, se nos dice, selladas (por el ayuntamiento, otra parte interesada) y se transportarían bajo ahí sí no sabemos qué medidas de seguridad hacia los misteriosos laboratorios.
En todo caso, si el procedimiento se hizo con aseo científico y si los laboratorios son independientes (es decir, en ellos no trabaja ningún miembro de la SEIP o algún pariente suyo, o algún autor de libros o artículos con intereses en el asunto), los resultados serían válidos en primera instancia y valdría la pena replicarlos en otros laboratorios como corresponde a toda investigación científica.
Íker Jiménez asegura (sin haber estado allí) que "ningún miembro de la SEIP" tocó las muestras (suponemos que no la "ha tocado" en el levantamiento, eso no garantiza nada sobre lo acontecido entre el 25 de septiembre y el domingo 5 de diciembre). Eso deja de nuevo la duda sobre quién tomó las muestras y garantizó que la toma era metodológicamente correcta, porque "no ser miembro de la SEIP" tampoco es garantía de nada.
Pero no nos anticipemos. Si científicos expertos en el asunto de las tomas de muestras de cemento revisan los vídeos del levantamiento y consideran que el protocolo usado para la recogida de muestras es confiable, lo que ha conseguido el affaire Bélmez gracias a Javier Cavanilles y al comunicado de la Red por una información crítica es más de lo conseguido en 33 años de las "caras viejas": poner un poco de orden y método donde sólo ha habido los delirios de ocultistas y el interés en la producción de materiales para el consumo.
Alguien en Milenio 3 (no conozco las voces) hizo una observación sumamente astuta: si se usó agua y aceite para "hacer surgir las caras", lo que va a ocurrir es que "el agua y aceite" saldrán en el análisis. Pues sí. De eso se trata. Por eso los supuestos laboratorios deben comparar las zonas oscuras de los dibujos de caras con las zonas en las que no hay pigmentación para determinar qué alteración física o química causa la diferencia de color en el cemento. Si hay aceite igual y en cantidades estadísticamente similares en zonas con y sin color, el color se deberá a otra cosa. (Esto lo suponemos aventuradamente, porque nadie dijo nunca qué se va a buscar en los análisis.)
En realidad, es una suerte que quedaran caras para analizar, sobre todo porque hace apenas unos días la versión de la SEIP era que el piso de la "nueva casa" estaba totalmente "destrozado" por los miles de visitantes que ahora la alcaldesa niega que hayan estado allí. Ahora han vuelto, al parecer.
Pero nada de lo que resultara de los análisis de laboratorio (de nuevo, si son independientes y la toma de muestras ha sido correctas) será motivo de que ningún ocultista profesional dé marcha atrás en su convicción de que las caras tienen un origen paranormal. Cuentan para ello con una forma sencilla, cómoda y repantigada de aclararnos todo: la coartada paranormal.
Paranormal es lo que yo digo que es paranormal
Veamos qué conclusiones puede dar un laboratorio, los razonamientos que ello podría provocar racionalmente y cómo se aplicaría en cada caso la coartada paranormal que ya tienen lista los ocultistas profesionales.
La diferencia de coloración está causada por:
- Hongos
- Deducción razonable: los hongos se han reproducido por haber mayor humedad en las zonas oscuras, producto de haber remojado especialmente las zonas que "parecen caras" dibujándolas con agua (según el "Método Máñez).
- Explicación paranormal: los hongos o el agua han sido dirigidos paranormalmente por fuerzas más allá de nuestra comprensión para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Aceite
- Deducción razonable: el aceite se ha aplicado selectivamente a las zonas oscuras que sugerían rostros, pintándolos con aceite (según el "Método Máñez).
- Explicación paranormal: el aceite aplicado con la fregona del SEIP fue concentrado en ciertas zonas por fuerzas más allá de nuestra comprensión para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Jugo de manzana
- Deducción razonable: alguien dibujó los rostros con jugo de manzana.
- Explicación paranormal: fuerzas más allá de nuestra comprensión han atraído telekinéticamente una manzana para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Hollín
- Deducción razonable: alguien dibujó los rostros con hollín.
- Explicación paranormal: fuerzas más allá de nuestra comprensión han atraído telekinéticamente el hollín para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Pintura Titanlux
- Deducción razonable: alguien dibujó los rostros con pintura Titanlux.
- Explicación paranormal: fuerzas más allá de nuestra comprensión han atraído telekinéticamente la pintura para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Rotulador Pilot
- Deducción razonable: alguien dibujó los rostros con un rotulador Pilot.
- Explicación paranormal: fuerzas más allá de nuestra comprensión han atraído y movido telekinéticamente un rotulador Pilot para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
- Cualquier otra cosa imaginable
- Deducción razonable: alguien dibujó los rostros.
- Explicación paranormal: fuerzas más allá de nuestra comprensión han atraído telekinéticamente cualquier otra cosa imaginable para crear los rostros. Nosotros nunca dijimos que el color fuera paranormal, sino que las formaciones o rostros lo eran. Su origen es verdaderamente paranormal.
Ahora imaginemos que apareciera un incriminador vídeo de cámara oculta mostrando a alguien con un pincel o carboncillo, botella de aceite de oliva o de coche, tubo de pintura al óleo o manzana, muy concentrada en pintar unos rostros en el piso de alguna de las "casas misteriosas" de Bélmez. Parece que esta persona está pintando las caras, ¿verdad? Pues no. La coartada paranormal (la que están dispuestos a afirmar los protogurús y que están dispuestos a creer los seguidores de sus protosectas, dice que no. Se han "documentado" muchos casos de escritura, pintura y dibujo automáticos en los cuales, se afirma, una fuerza más allá de nuestra comprensión utiliza como "medio" o médium a una persona "receptiva" o "sensible", como sería el caso de Madge Gill, pintora cuyas obras mediúmnicas recuerdan a algunos de los rostros dibujados en Bélmez.
Por lo tanto, según la coartada paranormal, si alguien pintó las caras, lo hizo respondiendo a una fuerza que escapa a nuestra comprensión y el fenómeno sigue siendo paranormal.
Por eso, sigo sin explicarme el barullo que se ha formado en el mundo del ocultismo, en la radio ocultista, en los foros ocultistas de Internet, ante el riesgo de que se "descubra la verdad" detrás de las "caras de Bélmez". Pase lo que pase, no pasará nada. Los creyentes seguirán creyendo y alimentando fobias conspiranoicas contra quienes osan no estar de acuerdo con ellos, la SEIP saldrá fortalecida, los afectados viajarán a más congresos internacionales, se venderán más libros, las revistas ocultistas tendrán material para llenar más páginas y, en general y salvo algunos casos de personas que encuentren todo el asunto demasiado difícil de tragar, el negocio seguirá tan campante, sobre todo para los que no viven en Bélmez.
diciembre 06, 2004
Poliomielitis, siglo XXI
Para mi amigo de la infancia, Enrique,
afectado por la poliomielitis,
que jugaba de portero en los recreos,
donde quiera que esté.
Esta visión conspiradora implica que no hay médicos honestos en el mundo, ni hay investigadores químicos o farmacobiológicos que no sean parte de la conspiración. Ellos son malvados. Hay que huir de ellos.
Acusaciones terribles como que "los médicos perpetúan la enfermedad" se sueltan con una facilidad propia de quien no tiene una percepción clara de la gravedad de sus palabras.
Estas afirmaciones, obviamente, provocan miedo entre quienes no están al tanto del nivel lamentable del debate por parte de los que sostienen la fe en lo paranormal. En su infinito desprecio por un conocimiento que no comprenden ni quieren comprender, mucho se guardan los cienciófobos de decir que la viruela, por ejemplo, no fue erradicada por bailes vudú, por acupunturistas, quiroprácticos o cualquier otra forma de curanderismo irracional, sino por la medicina con bases científicas.
Pero esto sería anecdótico de no ser porque, en parte debido a estos temores, se causa un dolor terrible y evitable.
Por ejemplo, parece increíble, que hoy en día sigue habiendo niños que contraen la poliomielitis debido a que muchas personas creyentes en diversas supersticiones le temen a que sus hijos sean vacunados.
Cuidado, no es que sus gobiernos no los atiendan, no es que no haya medicamentos o sean caros. Es que cuando los vacunadores van a sus casas, los padres impiden que los niños se vacunen.
La vacuna es un verdadero milagro de la ciencia: una gota administrada en la boca de un niño con un gotero. Nada más. Ni agujas ni sahumerios, ni invocaciones a Changó, ni imposición de manos, ni auras, ni energías imaginarias, nada que no sea una pequeña gota de vacuna en la boca del niño.
Y sin embargo hoy en día hay muchos casos de polio, sobre todo en países como la India, en los que supersticiones bastas y cavernarias como la medicina ayurvédica se oponen a la medicina moderna. Y por cada niño diagnosticado se calcula que hay 200 sin diagnosticar.
El objetivo de las organizaciones dedicadas a la salud es erradicar la poliomielitis para el año 2005. Los cienciófobos tienen el objetivo de impedirlo.
Veo un documental reciente, Un médico indio recorre un barrio pobre. Las madres ordenan a sus hijos esconderse para no ser sometidos a la malévola vacuna. Los niños huyen. El médico tiene que hacer investigación policiaca. "Me dicen que no hay niños, pero en la ropa recién lavada hay camisas de niños", explica, y se lanza a luchar tratando de usar la razón para convencer a los padres de que no pasará nada, que no es miembro de una conspiración horrenda y cruel, que no quiere dañar a sus hijos, al contrario, quiere evitarles que sufran una parálisis poliomielítica que arruine sus vidas.
Pero el mito en la India es que la vacuna de la polio, esa gota, "esteriliza" a los que la toman. Es un mito fácilmente refutable con los millones de hijos que tenemos quienes fuimos vacunados en los tiempos de la gran epidemia de polio. Pero las pruebas no llegan, o no cuentan, o son miradas como parte de la conspiración. Y entonces, en las campañas nacionales de vacunación, le cierran las puertas a los voluntarios que traen la sospechosa gota. Los gurús de los grupos económicamente más desprotegidos en la India siguen difundiendo el rumor de que la vacuna causa impotencia en los niños. La ignorancia hace el resto.
¡Triunfos de la cienciofobia y la sabiduría milenaria!
El médico recuerda a unos padres indios que le dijeron que, si insistía, permitirían que su hijo fuera vacunado, pero después matarían al niño estrellándolo contra el piso.
Una niña pakistaní ha desarrollado la enfermedad. La trabajadora social explica: no la pueden enviar a la escuela y con esa "tara" no se podrá casar, de modo que estará protegida mientras vivan sus padres; cuando los padres mueran... ocurrirán cosas "impensables".
(Según la autora india Phoolan Devi, lo "impensable" es muy sencillo: en las áreas más atrasadas de esos países, la mujer que no tiene un marido que la proteja, una mujer que no "pertenece" a nadie, está "a disposición" de todos los hombres, lo cual quiere decir que legalmente, según las iluminadas tradiciones milenarias, puede ser violada diariamente por quien así lo desee, entre otras vejaciones.)
¡Vivan la medicina alternativa y la superstición tradicional!
Los brotes de poliomielitis en Nigeria, que tiene la mayoría de los casos del mundo junto con India, también son atacados con campañas de vacunación. El mito de la esterilización causada por las vacunas se mezcla en este país y en el resto del África occidental amenazada por la polio con uno aún más atroz, que seguramente aplaudirán los cienciófobos occidentales (bien comidos y vacunados, claro): la vacuna contiene el virus del SIDA introducido por occidente para matar a los africanos.
La resistencia a las vacunas viene por parte de familias y jefes locales. Algunos jefes aceptan la oferta de enviar a analizar muestras de la vacuna para determinar que no sea dañina, que no tenga sino agua, agentes conservantes y virus de la poliomielitis debilitado. Pero otros ni siquiera admiten eso, después de todo, los análisis los harán científicos similares a los que hicieron la vacuna.
¡Vivan la iluminación del pasado y las venerables costumbres!
Africare, la Organización Mundial de Salud, UNICEF, los organismos nacionales de salud... todos son impotentes ante la superstición. Siempre quedan niños sin vacunar. Siempre hay el peligro de que la polio recurra a partir de un solo caso si hay otros niños sin vacunar.
En Sierra Leona, por ejemplo, los grupos de vacunación se juegan la vida para entrar a los 2/3 del país controlados por los rebeldes con el único objetivo de vacunar niños. Este documental en inglés relata parte de sus esfuerzos, apoyados por los "cascos azules" de Naciones Unidas.
Cada niño arrastrándose hoy por las calles de la India, Pakistán, Bangladesh, África occidental, Angola, Somalia, Haití, etc., cada niño con poliomielitis nacido en el siglo XXI es un dedo acusador apuntado a los cienciófobos, a los brujos, a los conspiranoicos.
¿Se harán cargo de ello o simplemente ni siquiera están enterados de tales tragedias humanas cuando enfilan sus baterías contra "la medicina" y "la ciencia" en general?
Cuidado: esto no significa que no deba mejorarse la investigación, que se deba descomercializar a la medicina o que las ideas ultraneoliberales que hoy dominan no deban ser atacadas, impugnadas y rechazadas. Tampoco significa que deba aceptarse que la ambición de las grandes farmacéuticas domine la investigación farmacológica. Mucho menos niega los errores, tanto de buena fe como hijos de la codicia. Pero estos defectos nos dicen no que la medicina sea inválida o temible, sino que las sociedades deben tener un mucho mayor control de la investigación farmacéutica y la medicina (como debería tenerlo sobre curanderismos, parapsicólogos, hipnotistas, adivinadores, médiums y sanadores) y, sobre todo, que debemos luchar por una sociedad más justa, mejor educada, capaz de pensar críticamente.
Pero quienes no "creen" en la medicina y luchan denodadamente contra ella, ni siquiera son parte del esfuerzo por controlar a los grandes monopolios. Les basta con denunciarlos y luego se ponen a defender a quienes aseguran que las afecciones se curan con un CD de "autohipnosis".
La lucha del pensamiento crítico y el conocimiento certero contra la superstición y el ocultismo a veces puede parecer enormemente banal, una forma de perder el tiempo con discusiones bizantinas entre desocupados.
Sí, con frecuencia lo parece. Pero lo que hay detrás incluso de la discusión más trivial sobre la existencia de duendes son las consecuencias últimas del pensamiento mágico y supersticioso. Ante estas consecuencias, como las fotografías captadas por el ojo privilegiado de Sebastião Salgado, como todo el documental The last child sobre la lucha mundial para erradicar la poliomielitis, toda abstracción misteriológica se reduce a una complicidad repugnante con el sufrimiento ajeno.
Estos hechos le dan dimensión a lo que, de otro modo, sería sólo un barato ejercicio intelectual de burguesitos aburridos.
diciembre 04, 2004
Sigue la cara dando (euros)
Hoy, en El Mundo, el periodista Javier Cavanilles vuelve a la carga contra el negocio de las "caras de Bélmez" con el artículo La SEIP ha ido modificando su teoría de las caras de Bélmez para mantener vivo el negocio.
El artículo reseña lo que los lectores de éste y otros blogs ya conocen acerca de cómo se ha desarrollado el affaire Bélmez, sobre todo desde la muerte de María Gómez Cámara, en cuya casa "aparecieron" los primeros dibujos de las "caras de Bélmez".
La lectura del artículo nos trae a la mente la necesidad de aclarar que aquí hay dos formas del negocio: el negocio menor de la buena gente de Bélmez y, sobre todo, el negocio mayor de los traficantes de misterios y vendedores de fantasías disfrazadas de realidades.
Unas pocas pesetas (ahora euros) son todo el negocio que han tenido las personas de Bélmez, empezando por María, que complementaba sus ingresos con "la voluntad" que quisieran darle quienes visitaban su casa, práctica al parecer seguida por sus herederos, que sólo cobran (no se sabe cuánto) a los medios de comunicación que desean grabar o fotografiar los dibujos. Estaba además el fotógrafo (de quien en varias ocasiones se ha dicho que podría estar implicado en la creación de las caras), que vendía las fotos de los dibujos de caras. Y participa en mayor o menor medida el comercio de Bélmez, en particular los establecimientos hosteleros que alimentan a los buscadores de misterios y les refrescan las gargantas, y los ofertantes de souvenirs, recuerdos y bagatelas para el turismo.
Bélmez es un pueblo milenario de gran riqueza histórica que hoy vive sobre todo de los olivares, además de cultivo de frutales y ganadería ovina. Su población decrece en vez de crecer, en 2002 no tenía centro de enseñanza secundaria y en 2003 carecía de centro de salud. En 2002 no se realizó ninguna inversión en nuevas industrias y tiene un elevado nivel de paro o desempleo.
Y los gobernantes del municipio no han tenido ninguna visión para mejorar esta situación, como no sea mediante el turismo de la chapuza parapsicológica.
La posición de la gente de Bélmez es totalmente entendible. Acaso hasta justificable y defensible. Para ellos, la economía del municipio es asunto de capital importancia. Lo es también para el ayuntamiento, cuyo presupuesto total ronda el millón de euros al año.
No es justificable ni defensible, sin embargo, la posición de los grandes beneficiarios del negocio mayor.
Pongamos un solo ejemplo de las cantidades realmente interesantes que se mueven alrededor de este negocio.
El libro Tumbas sin nombre, de Íker Jiménez (empresario, cabeza de I.J. Producciones, director de la colección "La puerta del misterio" en la editorial EDAF, presentador y director del programa de radio "Milenio 3", autor de al menos ocho libros y colaborador de la revista Más allá de la ciencia) y Luis Mariano Fernández (promotor del turismo ocultista ya analizado aquí, coordinador de la SEIP y colaborador de las revistas Enigmas y Más allá), publicado por la propia Editorial EDAF, tiene un precio de 15€, de los cuales, a menos que tengan un contrato especialmente ventajoso, los autores perciben el 10%, es decir, un euro con cincuenta céntimos.
Los tirajes son un secreto editorial en España, pero al menos sabemos que este libro, aparecido en 2003, logró en ese año al menos cinco ediciones.
Supongamos que, según datos que nos ofrece un distribuidor de libros del norte español, cada una de esas ediciones fuera de cuatro mil ejemplares, cantidad que es el tiraje medio de libros en España según la industria editorial. (Aclarando que lo más plausible es que el tiraje de cada edición fuera bastante mayor, considerando el potencial probado del mercado y el tirón que tiene en el mundo del ocultismo el nombre de Íker Jiménez.)
Cinco ediciones de cuatro mil ejemplares cada una serían 20 mil libros, lo que representa para los autores una utilidad de 30 mil euros en un año, más o menos. 15 mil para cada uno, pues. Nada despreciable.
Sobre todo considerando que según datos oficiales de la Junta de Andalucía la renta media disponible por habitante en Bélmez de la Moraleda es de entre 7 mil y 8.100 euros al año y la renta media declarada es aún más baja: 6.902 euros.
El tema de Bélmez ha generado recientemente otros dos libros de miembros de la SEIP: Las caras de la discordia, de David E. Sentinella Vallvé (miembro de la SEIP con tres cargos en la organización y redactor de la revista Enigmas) y Lorenzo Fernández Bueno (subdirector de la revista Enigmas y miembro de la SEIP), 11,95€, Editorial Nowtilus, y Las caras de Bélmez, historia de una conjura, de Lorenzo Fernández Bueno, que se entregó junto con una edición de la revista Enigmas.
Y lo más probable es que la gente de Bélmez no sepa cuánto dinero han generado estas publicaciones.
Quienes se reputan "investigadores" y publican libros, también hacen radio y escriben y cobran en revistas que son, igualmente, un enorme negocio del que han sido parte "las caras de Bélmez".
Los números del negocio del ocultismo en general son de mareo: se estiman bastante más de 200 mil euros mensuales sólo en ingresos por espacio publicitario sumando las tres grandes revistas de ocultismo (Año Cero, Enigmas y Más allá) (dos millones cuatrocientos mil euros al año), ventas incalculables pero probablemente de al menos 180 mil euros al mes (cifra que resultaría de que cada una de las revistas vendiera sólo 10 mil ejemplares al mes y que daría otros dos millones 160 mil euros al año), más cantidades no divulgadas en concepto de publicidad en los programas de radio de ocultismo, y otras cantidades igualmente reservadas en concepto de sueldos como presentadores, cobro por presentaciones en radio, televisión y en persona, conferencias y otras apariciones públicas del "núcleo duro" del ocultismo español, préstamo del nombre para colecciones, dirección de revistas y demás actividades de las dos o tres docenas de "famosos del ocultismo" que obtienen los máximos beneficios de este negocio. Y esto sin contar agregados, añadidos, extras y pluses como el pago de viajes, alojamientos, alimentos y bebidas para "investigaciones" o giras promocionales.
Vaya, que si J.J. Benítez ha ganado un euro por cada libro suyo vendido, y él presume de 14 millones de ejemplares, es claro que el ocultismo permite amasar verdaderas fortunas fincadas sobre la ingenuidad, la superstición y la ignorancia del público en general.
Así, sin estirar la imaginación, estamos hablando de varios millones de euros al año de la industria ocultista "de corbata" (es decir, la que se finge "parapsicológica", "ufológica" o "parahistórica", y sin contar a los bien comidos curanderos, adivinadores, brujos, astrólogos, videntes y otros miembros de segunda división de la misma especie zoológica). De esta enorme industria del embuste son parte "las caras de Bélmez".
En el negocio del ocultismo y, en particular, en el de "las caras de Bélmez" participan varios miembros de la SEIP. Aunque esta organización no se beneficiara económicamente de manera directa (tiene pocos artículos en venta: su CD "hipnótico", cursos de parapsicología y afiliaciones a la organización), la publicidad le generará algún ingreso adicional; pero sí se benefician más o menos directamente los miembros de la misma que se promocionan como tales y aprovechan la publicidad que se le da a la SEIP, los que escriben artículos y libros, hacen radio y disfrutan de la calidad de "famosos del ocultismo" y supuestos "expertos en Bélmez".
Esto, vale aclararlo, no es ningún delito. En una sociedad capitalista hasta el neoliberalismo más caníbal, y hasta que la ley no diga otra cosa, es legítimo (con las reservas de ley, pensemos en el imam de Fuengirola) el negocio y es legítima la codicia desbordada de estos personajes.
Sin embargo, es poco ético porque venden fantasías paranormales, delirios, cuentos, trolas y fábulas sin haber nunca probado que los fenómenos a los que hacen referencia son efectivamente paranormales; porque se benefician de la ignorancia de otras personas que depositan su confianza en ellos como autodesignados "expertos" en cuestiones misteriosas que luchan contra el pensamiento crítico y libre, y por la perpetuación de la ignorancia; porque en este caso, al parecer, no han compartido nada de sus ingresos con Bélmez o al menos con María Gómez Cámara y su familia, y, sobre todo, porque, ante la crítica, se apresuran a acusar a los críticos de "intereses creados" para desviar la atención de su propio negocio y sus propios intereses demostrables por millones de euros, además de que se ocupan en movilizar a sus grupos de creyentes incondicionales, algunos claramente fanatizados, para censurar e impedir estas críticas en los medios de comunicación.
No extraña, pues, que dichos ocultistas sigan saltando electrizados por los artículos publicados en El Mundo, donde si algo ha hecho Javier Cavanilles es quedarse corto, ya por falta de datos de este mundo cuyas finanzas son un verdadero secreto misterioso (mucho más que los cátaros o los templarios) o porque los espacios periodísticos son demasiado limitados para exponer todos los detalles de este fabuloso negocio en el que, por desgracia ciertamente, quienes menos han ganado son los habitantes de Bélmez de la Moraleda.
El artículo reseña lo que los lectores de éste y otros blogs ya conocen acerca de cómo se ha desarrollado el affaire Bélmez, sobre todo desde la muerte de María Gómez Cámara, en cuya casa "aparecieron" los primeros dibujos de las "caras de Bélmez".
La lectura del artículo nos trae a la mente la necesidad de aclarar que aquí hay dos formas del negocio: el negocio menor de la buena gente de Bélmez y, sobre todo, el negocio mayor de los traficantes de misterios y vendedores de fantasías disfrazadas de realidades.
El negocio menor
Unas pocas pesetas (ahora euros) son todo el negocio que han tenido las personas de Bélmez, empezando por María, que complementaba sus ingresos con "la voluntad" que quisieran darle quienes visitaban su casa, práctica al parecer seguida por sus herederos, que sólo cobran (no se sabe cuánto) a los medios de comunicación que desean grabar o fotografiar los dibujos. Estaba además el fotógrafo (de quien en varias ocasiones se ha dicho que podría estar implicado en la creación de las caras), que vendía las fotos de los dibujos de caras. Y participa en mayor o menor medida el comercio de Bélmez, en particular los establecimientos hosteleros que alimentan a los buscadores de misterios y les refrescan las gargantas, y los ofertantes de souvenirs, recuerdos y bagatelas para el turismo.
Bélmez es un pueblo milenario de gran riqueza histórica que hoy vive sobre todo de los olivares, además de cultivo de frutales y ganadería ovina. Su población decrece en vez de crecer, en 2002 no tenía centro de enseñanza secundaria y en 2003 carecía de centro de salud. En 2002 no se realizó ninguna inversión en nuevas industrias y tiene un elevado nivel de paro o desempleo.
Y los gobernantes del municipio no han tenido ninguna visión para mejorar esta situación, como no sea mediante el turismo de la chapuza parapsicológica.
La posición de la gente de Bélmez es totalmente entendible. Acaso hasta justificable y defensible. Para ellos, la economía del municipio es asunto de capital importancia. Lo es también para el ayuntamiento, cuyo presupuesto total ronda el millón de euros al año.
No es justificable ni defensible, sin embargo, la posición de los grandes beneficiarios del negocio mayor.
El negocio mayor
Pongamos un solo ejemplo de las cantidades realmente interesantes que se mueven alrededor de este negocio.
El libro Tumbas sin nombre, de Íker Jiménez (empresario, cabeza de I.J. Producciones, director de la colección "La puerta del misterio" en la editorial EDAF, presentador y director del programa de radio "Milenio 3", autor de al menos ocho libros y colaborador de la revista Más allá de la ciencia) y Luis Mariano Fernández (promotor del turismo ocultista ya analizado aquí, coordinador de la SEIP y colaborador de las revistas Enigmas y Más allá), publicado por la propia Editorial EDAF, tiene un precio de 15€, de los cuales, a menos que tengan un contrato especialmente ventajoso, los autores perciben el 10%, es decir, un euro con cincuenta céntimos.
Los tirajes son un secreto editorial en España, pero al menos sabemos que este libro, aparecido en 2003, logró en ese año al menos cinco ediciones.
Supongamos que, según datos que nos ofrece un distribuidor de libros del norte español, cada una de esas ediciones fuera de cuatro mil ejemplares, cantidad que es el tiraje medio de libros en España según la industria editorial. (Aclarando que lo más plausible es que el tiraje de cada edición fuera bastante mayor, considerando el potencial probado del mercado y el tirón que tiene en el mundo del ocultismo el nombre de Íker Jiménez.)
Cinco ediciones de cuatro mil ejemplares cada una serían 20 mil libros, lo que representa para los autores una utilidad de 30 mil euros en un año, más o menos. 15 mil para cada uno, pues. Nada despreciable.
Sobre todo considerando que según datos oficiales de la Junta de Andalucía la renta media disponible por habitante en Bélmez de la Moraleda es de entre 7 mil y 8.100 euros al año y la renta media declarada es aún más baja: 6.902 euros.
El tema de Bélmez ha generado recientemente otros dos libros de miembros de la SEIP: Las caras de la discordia, de David E. Sentinella Vallvé (miembro de la SEIP con tres cargos en la organización y redactor de la revista Enigmas) y Lorenzo Fernández Bueno (subdirector de la revista Enigmas y miembro de la SEIP), 11,95€, Editorial Nowtilus, y Las caras de Bélmez, historia de una conjura, de Lorenzo Fernández Bueno, que se entregó junto con una edición de la revista Enigmas.
Y lo más probable es que la gente de Bélmez no sepa cuánto dinero han generado estas publicaciones.
Quienes se reputan "investigadores" y publican libros, también hacen radio y escriben y cobran en revistas que son, igualmente, un enorme negocio del que han sido parte "las caras de Bélmez".
Los números del negocio del ocultismo en general son de mareo: se estiman bastante más de 200 mil euros mensuales sólo en ingresos por espacio publicitario sumando las tres grandes revistas de ocultismo (Año Cero, Enigmas y Más allá) (dos millones cuatrocientos mil euros al año), ventas incalculables pero probablemente de al menos 180 mil euros al mes (cifra que resultaría de que cada una de las revistas vendiera sólo 10 mil ejemplares al mes y que daría otros dos millones 160 mil euros al año), más cantidades no divulgadas en concepto de publicidad en los programas de radio de ocultismo, y otras cantidades igualmente reservadas en concepto de sueldos como presentadores, cobro por presentaciones en radio, televisión y en persona, conferencias y otras apariciones públicas del "núcleo duro" del ocultismo español, préstamo del nombre para colecciones, dirección de revistas y demás actividades de las dos o tres docenas de "famosos del ocultismo" que obtienen los máximos beneficios de este negocio. Y esto sin contar agregados, añadidos, extras y pluses como el pago de viajes, alojamientos, alimentos y bebidas para "investigaciones" o giras promocionales.
Vaya, que si J.J. Benítez ha ganado un euro por cada libro suyo vendido, y él presume de 14 millones de ejemplares, es claro que el ocultismo permite amasar verdaderas fortunas fincadas sobre la ingenuidad, la superstición y la ignorancia del público en general.
Así, sin estirar la imaginación, estamos hablando de varios millones de euros al año de la industria ocultista "de corbata" (es decir, la que se finge "parapsicológica", "ufológica" o "parahistórica", y sin contar a los bien comidos curanderos, adivinadores, brujos, astrólogos, videntes y otros miembros de segunda división de la misma especie zoológica). De esta enorme industria del embuste son parte "las caras de Bélmez".
En el negocio del ocultismo y, en particular, en el de "las caras de Bélmez" participan varios miembros de la SEIP. Aunque esta organización no se beneficiara económicamente de manera directa (tiene pocos artículos en venta: su CD "hipnótico", cursos de parapsicología y afiliaciones a la organización), la publicidad le generará algún ingreso adicional; pero sí se benefician más o menos directamente los miembros de la misma que se promocionan como tales y aprovechan la publicidad que se le da a la SEIP, los que escriben artículos y libros, hacen radio y disfrutan de la calidad de "famosos del ocultismo" y supuestos "expertos en Bélmez".
Esto, vale aclararlo, no es ningún delito. En una sociedad capitalista hasta el neoliberalismo más caníbal, y hasta que la ley no diga otra cosa, es legítimo (con las reservas de ley, pensemos en el imam de Fuengirola) el negocio y es legítima la codicia desbordada de estos personajes.
Sin embargo, es poco ético porque venden fantasías paranormales, delirios, cuentos, trolas y fábulas sin haber nunca probado que los fenómenos a los que hacen referencia son efectivamente paranormales; porque se benefician de la ignorancia de otras personas que depositan su confianza en ellos como autodesignados "expertos" en cuestiones misteriosas que luchan contra el pensamiento crítico y libre, y por la perpetuación de la ignorancia; porque en este caso, al parecer, no han compartido nada de sus ingresos con Bélmez o al menos con María Gómez Cámara y su familia, y, sobre todo, porque, ante la crítica, se apresuran a acusar a los críticos de "intereses creados" para desviar la atención de su propio negocio y sus propios intereses demostrables por millones de euros, además de que se ocupan en movilizar a sus grupos de creyentes incondicionales, algunos claramente fanatizados, para censurar e impedir estas críticas en los medios de comunicación.
No extraña, pues, que dichos ocultistas sigan saltando electrizados por los artículos publicados en El Mundo, donde si algo ha hecho Javier Cavanilles es quedarse corto, ya por falta de datos de este mundo cuyas finanzas son un verdadero secreto misterioso (mucho más que los cátaros o los templarios) o porque los espacios periodísticos son demasiado limitados para exponer todos los detalles de este fabuloso negocio en el que, por desgracia ciertamente, quienes menos han ganado son los habitantes de Bélmez de la Moraleda.
diciembre 03, 2004
¿Una profecía cumplida?
Decíamos el 29 de octubre en la entrada Homo floresiensis y Homo pazguatensis de este blog acerca de los que se dedican a la supuesta "criptozoología":
En breve los escuchará usted llegar a la brillante conclusión de que unos esqueletos de hace 18 mil años en Indonesia de alguna manera "prueban" que existen determinados mitos modernos en lugares que no tienen nada que ver con Indonesia.
Decíamos también: Pero los Homo pazguatensis explotarán al pobre Homo floresiensis, oh hermanitos, vaya si lo explotarán..
No se tardaron.
En su número de noviembre, en la revista Año Cero, Javier G. Blanco y Oscar Herradón coordinan que se diga que: "el hallazgo es de gran importancia para la criptozoología".
Su lógica es que los habitantes de la Isla de Flores cuentan relatos de "gente de pequeña estatura" llamados ebu gogo.
Vale, supongamos que los hombres de Flores, desaparecidos según se calcula hace unos 13 mil años, no desaparecieron en realidad, sino que están escondidos en un paraíso turístico, rodeados de dragones de Komodo, sin que nunca se hayan encontrado sus herramientas actuales, restos de sus almuerzos, difuntos ni cosa similar. Es improbable pero no imposible. ¿Qué tiene que ver eso con "la criptozoología" y por qué sería "de gran importancia" este descubrimiento para las creencias en el yeti, el bigfoot, el plesiosaurio japonés, el monstruo del Lago Ness, el hombre mofeta (o zorrillo), el hombre polilla, el chupacabras y demás fantasías del mundo criptozoológico?
Pues nada.
Pero esperan que sus lectores no se fijen.
(Recordemos cómo reseñaba a la criptozoología actual en este blog, como autor invitado, Aldo Tomi en la entrada ¿Ha muerto la criptozoología? el pasado mes de mayo.)
Sin que un solo criptozoólogo se haya ocupado de ninguna investigación paleoantropológica seria, ahora se cuelgan la medalla de este descubrimiento. Esta vez la ciencia no es "cerrada, dogmática, fascista y conspiradora", como suelen decir los ocultistas. Curioso, ¿no?
Se lleva la palma floresiensis la revista Más Allá de la Ciencia, en un articulillo de Miguel Seguí. Este personaje, que asegura ser biólogo, es autor de un libro sobre criptozoología en el que habla de dinosaurios vivos en Alaska, Sudamérica y África (el infaltable brontosaurio Mokele-mbembe, que tan bien se esconde) y, según Javier Sierra, ha viajado por distintos países buscando monstruos: en Túnez buscó serpientes gigantes del desierto, en el sureste mexicano buscó una especie de bigfoot llamado sisemite o liticayo, en Rusia buscó hombres salvajes, en Kenia buscó hombres salvajes y osos nandi. En ningún lugar encontró serpientes, sisemites, liticayos, hombres salvajes ni osos nandi ni cosa similar.
Con ese impresionante currículum, Seguí nos obsequia un título objetivo y bien fundamentado: Minihombres de ayer, ¿yetis de hoy?. En él, procede a narrar con toques de amarillismo el descubrimiento del Homo floresiensis y trae a colación no sólo al ebu gogo, sino a otras leyendas de Sumatra, Borneo y Sri Lanka, a las que considera "vecinas" de Isla de Flores (y asegura que la leyenda es la misma, sobre los mismos seres, sólo que con distinto nombre).
Momento.
Borneo está a mil kilómetros.
Para llegar desde Flores a Sumatra hay que pasar por encima de Komodo Lombok y Bali, sin contar la isla de Java a lo largo, que mide también más de mil kilómetros.
Y Sri Lanka está a unos ¡cinco mil kilómetros! de la Isla de Flores (corregimos cálculos con el World distance calculator; introduzca las coordenadas aproximadas de Isla de Flores [8:6 Sur y 124 Este] y las de Colombo, capital de Sri Lanka [7:3 Norte - 81:2 Este]).
Con esa lógica, Madrid es "vecino cercano" de Moscú, estando "sólo" a tres mil quinientos kilómetros.
O sea, la afirmación es más falsa que un euro con la cara de J.J. Benítez, pero suena bonita y parece establecer un enlace entre Isla de Flores, cerca de Australia, junto a Timor Oriental, y Sri Lanka, pegadita a la India. La mayoría de los lectores no comprobarán esto y le creerán a Miguel Seguí.
Cero en geografía.
Dice también, asegurándolo, que los hombres de Flores "eran capaces de fabricar herramientas relativamente complejas".
Otra vez, momento.
No es justo es que Miguel Seguí quiera suplantar a la doctora Carol Lentfer, miembro del equipo de Mike Wormwood que descubrió al Homo floresiensis, de quien se informaba apenas el 8 de noviembre que había llevado a su laboratorio: "cientos de muestras de herramientas de piedra y muestras de sedimentos tomados de puntos dentro y fuera de la cueva. Ahora tiene el trabajo de determinar en qué tipo de entorno vivió el Homo floresiensis, si hizo las herramientas y para qué las usaba". (Sí, sorpresa, sorpresa, la ciencia puede averiguar esas cosas.)
Otros expertos, como Colin Groves, de la Universidad Nacional Australiana, dicen que las herramientas son de "tamaño normal", que uno esperaría que gente pequeña hiciera herramientas pequeñas por lo que es probable que las herramientas pertenezcan a los Homo sapiens de la isla.
O sea, no se sabe. No hay por qué acelerarse.
Pero, ¿y los yetis dónde andan en este artículo?
En ningún lado. Únicamente en el encabezado y en la frase del principio, la subcabeza, que dice que esta especie recién descubierta "podría ser la prueba de la existencia de pequeños yetis en Indonesia".
¿Perdón?
¿Está sugiriendo que los yetis de los Himalayas son grandes especímenes de Homo floresiensis?
¿En qué se basa para ello?
En nada, no lo explica, no dice por qué de pronto se le ocurre llamar a esta especie "pequeños yetis". No vuelve a mencionarlo, lo olvida. La palabra cumplió su función publicitaria estableciendo un nexo imaginario entre un ser cuya existencia ha descubierto la ciencia, una leyenda no comprobada de hombre pequeños en Indonesia y otra leyenda tampoco comprobada pero muy conocida de hombres gigantes que supuestamente viven entre China y Nepal. Conseguido eso, ¿para qué demostrar nada?
Suena misteriosón, interesante, asombrosoide y paranormalísimo. ¿Qué importa que sea una fantasía?
Y no, no soy adivino ni califica como profecía mi aviso de que los criptozoólogos u Homo pazguatensis saltarían enloquecidos sobre el Homo floresiensis para promover la venta de sus productos ocultistas.
Simplemente es cosa de saber cómo piensan y cuáles son sus trucos mercadotécnicos.
Por eso el siguiente libro sobre criptozoología que se escriba incluirá, sin duda alguna, al Homo floresiensis. No desperdiciarán el filón.
En breve los escuchará usted llegar a la brillante conclusión de que unos esqueletos de hace 18 mil años en Indonesia de alguna manera "prueban" que existen determinados mitos modernos en lugares que no tienen nada que ver con Indonesia.
Decíamos también: Pero los Homo pazguatensis explotarán al pobre Homo floresiensis, oh hermanitos, vaya si lo explotarán..
No se tardaron.
En su número de noviembre, en la revista Año Cero, Javier G. Blanco y Oscar Herradón coordinan que se diga que: "el hallazgo es de gran importancia para la criptozoología".
Su lógica es que los habitantes de la Isla de Flores cuentan relatos de "gente de pequeña estatura" llamados ebu gogo.
Vale, supongamos que los hombres de Flores, desaparecidos según se calcula hace unos 13 mil años, no desaparecieron en realidad, sino que están escondidos en un paraíso turístico, rodeados de dragones de Komodo, sin que nunca se hayan encontrado sus herramientas actuales, restos de sus almuerzos, difuntos ni cosa similar. Es improbable pero no imposible. ¿Qué tiene que ver eso con "la criptozoología" y por qué sería "de gran importancia" este descubrimiento para las creencias en el yeti, el bigfoot, el plesiosaurio japonés, el monstruo del Lago Ness, el hombre mofeta (o zorrillo), el hombre polilla, el chupacabras y demás fantasías del mundo criptozoológico?
Pues nada.
Pero esperan que sus lectores no se fijen.
(Recordemos cómo reseñaba a la criptozoología actual en este blog, como autor invitado, Aldo Tomi en la entrada ¿Ha muerto la criptozoología? el pasado mes de mayo.)
Sin que un solo criptozoólogo se haya ocupado de ninguna investigación paleoantropológica seria, ahora se cuelgan la medalla de este descubrimiento. Esta vez la ciencia no es "cerrada, dogmática, fascista y conspiradora", como suelen decir los ocultistas. Curioso, ¿no?
Se lleva la palma floresiensis la revista Más Allá de la Ciencia, en un articulillo de Miguel Seguí. Este personaje, que asegura ser biólogo, es autor de un libro sobre criptozoología en el que habla de dinosaurios vivos en Alaska, Sudamérica y África (el infaltable brontosaurio Mokele-mbembe, que tan bien se esconde) y, según Javier Sierra, ha viajado por distintos países buscando monstruos: en Túnez buscó serpientes gigantes del desierto, en el sureste mexicano buscó una especie de bigfoot llamado sisemite o liticayo, en Rusia buscó hombres salvajes, en Kenia buscó hombres salvajes y osos nandi. En ningún lugar encontró serpientes, sisemites, liticayos, hombres salvajes ni osos nandi ni cosa similar.
Con ese impresionante currículum, Seguí nos obsequia un título objetivo y bien fundamentado: Minihombres de ayer, ¿yetis de hoy?. En él, procede a narrar con toques de amarillismo el descubrimiento del Homo floresiensis y trae a colación no sólo al ebu gogo, sino a otras leyendas de Sumatra, Borneo y Sri Lanka, a las que considera "vecinas" de Isla de Flores (y asegura que la leyenda es la misma, sobre los mismos seres, sólo que con distinto nombre).
Momento.
Borneo está a mil kilómetros.
Para llegar desde Flores a Sumatra hay que pasar por encima de Komodo Lombok y Bali, sin contar la isla de Java a lo largo, que mide también más de mil kilómetros.
Y Sri Lanka está a unos ¡cinco mil kilómetros! de la Isla de Flores (corregimos cálculos con el World distance calculator; introduzca las coordenadas aproximadas de Isla de Flores [8:6 Sur y 124 Este] y las de Colombo, capital de Sri Lanka [7:3 Norte - 81:2 Este]).
Con esa lógica, Madrid es "vecino cercano" de Moscú, estando "sólo" a tres mil quinientos kilómetros.
O sea, la afirmación es más falsa que un euro con la cara de J.J. Benítez, pero suena bonita y parece establecer un enlace entre Isla de Flores, cerca de Australia, junto a Timor Oriental, y Sri Lanka, pegadita a la India. La mayoría de los lectores no comprobarán esto y le creerán a Miguel Seguí.
Cero en geografía.
Dice también, asegurándolo, que los hombres de Flores "eran capaces de fabricar herramientas relativamente complejas".
Otra vez, momento.
No es justo es que Miguel Seguí quiera suplantar a la doctora Carol Lentfer, miembro del equipo de Mike Wormwood que descubrió al Homo floresiensis, de quien se informaba apenas el 8 de noviembre que había llevado a su laboratorio: "cientos de muestras de herramientas de piedra y muestras de sedimentos tomados de puntos dentro y fuera de la cueva. Ahora tiene el trabajo de determinar en qué tipo de entorno vivió el Homo floresiensis, si hizo las herramientas y para qué las usaba". (Sí, sorpresa, sorpresa, la ciencia puede averiguar esas cosas.)
Otros expertos, como Colin Groves, de la Universidad Nacional Australiana, dicen que las herramientas son de "tamaño normal", que uno esperaría que gente pequeña hiciera herramientas pequeñas por lo que es probable que las herramientas pertenezcan a los Homo sapiens de la isla.
O sea, no se sabe. No hay por qué acelerarse.
Pero, ¿y los yetis dónde andan en este artículo?
En ningún lado. Únicamente en el encabezado y en la frase del principio, la subcabeza, que dice que esta especie recién descubierta "podría ser la prueba de la existencia de pequeños yetis en Indonesia".
¿Perdón?
¿Está sugiriendo que los yetis de los Himalayas son grandes especímenes de Homo floresiensis?
¿En qué se basa para ello?
En nada, no lo explica, no dice por qué de pronto se le ocurre llamar a esta especie "pequeños yetis". No vuelve a mencionarlo, lo olvida. La palabra cumplió su función publicitaria estableciendo un nexo imaginario entre un ser cuya existencia ha descubierto la ciencia, una leyenda no comprobada de hombre pequeños en Indonesia y otra leyenda tampoco comprobada pero muy conocida de hombres gigantes que supuestamente viven entre China y Nepal. Conseguido eso, ¿para qué demostrar nada?
Suena misteriosón, interesante, asombrosoide y paranormalísimo. ¿Qué importa que sea una fantasía?
Y no, no soy adivino ni califica como profecía mi aviso de que los criptozoólogos u Homo pazguatensis saltarían enloquecidos sobre el Homo floresiensis para promover la venta de sus productos ocultistas.
Simplemente es cosa de saber cómo piensan y cuáles son sus trucos mercadotécnicos.
Por eso el siguiente libro sobre criptozoología que se escriba incluirá, sin duda alguna, al Homo floresiensis. No desperdiciarán el filón.
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