Ayer, lunes 22 de febrero, el presidente del Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento Británico, Phil Willis, afirmó, como conclusión de una larga investigación del grupo que preside acerca de la homeopatía, que el gobierno británico debe dejar de financiar los remedios y consultas homeopáticos con dinero público porque la evidencia demuestra que la homeopatía no es eficaz, es decir, no funciona mejor que un placebo.
Cosa que usted ya sabía, seguramente.
Además, el comunicado del comité señaló: "Creer que la existencia de una comunidad que considera que la homeopatía funciona es 'evidencia' suficiente para seguir gastando dinero público en ello, sienta un precedente desafortunado para el departamento de Salud".
Continuó: "Las explicaciones de por qué la homeopatía podría funcionar son científicamente inverosímiles".
Y finalmente dio el golpe de gracia ante el frecuente argumento (bastante desprovisto de toda lógica) según el cual, si el placebo tiene alguna eficacia, debe seguirse vendiendo como medicina: "Más allá de cuestiones éticas y de la integridad de la relación médico-paciente, recetar sólo placebos es practicar mala medicina", dijo el panel.
En resumen, dijo el parlamentario Phil Willis, “Estábamos tratando de determinar si las políticas del gobierno respecto de la homeopatía están basadas en la evidencia existente. No lo están”.
El escándalo comenzó cuando el señor Paul Bennet, director de estándares profesionales de Boots, la mayor cadena farmacéutica de la Gran Bretaña, declaró en noviembre, hablando de los productos homeopáticos que vende su empresa: "Ciertamente hay una demanda de los consumidores por estos productos. Yo no tengo evidencia que sugiera que son eficaces. Para nosotros es cuestión de elección del consumidor y una gran cantidad de nuestros clientes creen que son eficaces".
La mayor cadena farmacéutica de la Gran Bretaña admitía así que no tenía evidencias de que la homeopatía funcionara, simplemente la vendía por motivos económicos y por las creencias de sus "consumidores" convertidos en víctimas de una estafa a gran escala. A eso le llama "estándares profesionales".
El mismo argumento se podría usar para vender polvo de momia, pócimas vudú, estampitas de San Cristóbal, cartas de tarot o tablas Ouija®. Por supuesto, los "consumidores" sospecharían de una farmacia que vendiera tales productos, pero durante años esos "consumidores" han sido engañados para que no dispongan de los datos que demuestran que la homeopatía es tan "eficaz" como el polvo de momia, las pócimas vudú, las estampitas de San Cristóbal, cartas de tarot o tablas Ouija®.
Para las farmacias, el asunto ha sido de beneficios económicos antes de una atención profesional al paciente, basada en las mejores evidencias que existan a cada momento. El problema es que hasta la admisión de Bennet, nunca lo habían confesado.
Lo importante es que la admisión de Bennet no fue hecha en un pub con alta concentración de alcohol en sangre a las cuatro de la madrugada, como se han dado confesiones de otros charlatanes (recuerdo a uno de los máximos ufólogos españoles soplado como una gaita en México, confesándole al redactor de una revista de ovnis de allá lo mucho que se reía de cómo sus lectores se tragaban cualquier filfa que se le ocurriera).
No, Paul Bennet como se ve en este vídeo, atención al minuto 2:01 cuando hace su atroz confesión testificando ante el Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento Británico, en audiencias abiertas como las que sería maravilloso tener en otros países.
Esto puede ser un duro golpe para uno de los grandes proponentes y negociantes de la pseudomedicina en Inglaterra, el Príncipe Carlos, que además de ser un creyente que usa todo su poder para promover la pseudociencia, se beneficia de ella a través de su empresa Duchy Originals, que entre otras cosas ofrece falsos productos "desintoxicantes" (de esas toxinas de las que tanto nos hablan sin decirnos cuáles son, porque no existen).
Como ya lo hemos comentado en este blog, se trata de dos problemas distintos. Si la homeopatía demostrara que cura, importaría poco que sus bases teóricas fueran a contracorriente de la ciencia, la física, la química, la biología, la fisiología y el cálculo infinitesimal. Si sirve, si el fenómeno existe, es obligación de las disciplinas científicas asumirlo y encontrarle una explicación, así se tenga que reescribir parte de nuestra concepción científica del universo. La ciencia no es dogmática, por eso avanza, tiene mecanismos de autocorrección que le permiten descubrir y resolver las equivocaciones y errores (y fraudes) humanos presentes en todas las disciplinas y actividades, no le tiene miedo a nuevas ideas, al contrario, prospera en y con las nuevas ideas, y no es exclusiva de un grupo, sino patrimonio colectivo de toda la humanidad.
Sin embargo, hasta donde llegan nuestros conocimientos del universo como especie, la homeopatía no podría funcionar porque implica la transmisión mágica del "poder curativo" de una sustancia a otra sin que esté presente la primera (el supuesto principio activo), porque viola el evidente principio de que el efecto aumenta con la cantidad de la causa (y no mágicamente al revés, como aseguran los homeópatas) y porque lo similar, hasta ahora, no se ha demostrado que cure lo similar. Dicho de otro modo, los antibióticos acaban demostrablemente con las infecciones, los preparados homeopáticos no han demostrado más eficacia que la del efecto placebo.
Así que la homeopatía ni funciona, ni puede funcionar. Y el que la gente crea que funciona es una ilusión alimentada intensamente por intereses económicos y políticos que, curiosamente, suelen disfrazarse de luchadores contra los otros intereses económicos de las farmacéuticas, poderosas empresas que, cuando menos, están sujetas en todo el mundo a reglas, exigencias, normas y supervisión, y contra el establishment político, que también se las trae. Todo para que pseudomedicinas como la homeopatía sigan medrando sin control y de preferencia mamando de la ubre gubernamental mientras los gobiernos suelen mirar para otro lado con objeto de no molestar a los electores que creen en tal o cual superstición curanderística.
Será útil para captar votos. Pero es una irresponsabilidad por parte de los cargos electos.
Por ello mismo, se ha presentado ante el Comité de Sanidad del Congreso de los Diputados una carta argumentando contra nuevas leyes más flexibles para dar a la homeopatía el rango de medicina o ciencia que no tiene, y evitar que ante el logro de la razón y la ciencia en el Parlamento Británico España no responda con un ridículo que consagraría la superstición, la charlatanería y el engaño al público como políticas de gobierno.