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(Nota: La primera entrada sobre este penoso tema está debajo de ésta, o sea que si quieren leerlas en orden hay que leer primero la segunda y luego ésta. Sí, es raro, pero es la lógica de los blogs.)
En la transcripción que llegó a nuestras manos ayer sobre la entrevista que Carlos Loret de Mola le hizo al Secretario de la Defensa de México, general Clemente Ricardo Vega García sobre los ovnis de Campeche (que podrían ya ser ovis), se omitió una frase reveladora en grado sumo que sí recoge La Jornada en su edición del 13 de mayo.
Resulta que cuando los científicos e investigadores de verdad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) vieron en televisión las "misteriosísimas" lucecitas que no pudieron identificar los pilotos (y que para la esquizofrenia interesada de Jaime Maussán y sus víctimas son "naves inteligentes"), se comunicaron velozmente a la Secretaría de la Defensa Nacional para saber la frecuencia de los radares, la altura y velocidad con las que viajaba la nave militar, así como datos acerca de la rapidez con la que se movían las esferas luminosas.
Ante la petición de esos tipos raros de la universidad (que, como todo el mundo sabe, es un foco subversivo y sospechoso), la respuesta fue tajantemente militar: "La información que ustedes solicitan es clasificada".
Clasificada, sí, para los científicos, pero no para un esperpento como Jaime Maussán que "sale en la tele", así sea destilando extravagancias de manicomio.
Sabiéndose esto, durante la entrevista de radio, el periodista Carlos Loret de Mola le informó al general: "La comunidad científica está molesta"
Y entonces el general dijo la frase demoledora sobre los científicos: "Nosotros no sabíamos quiénes eran. No los conocemos."
Atiza, cáspita, repámpanos, recórcholis y todo eso.
Pero, ¿por qué los científicos, esos desconocidos de aspecto extravagante y poco marcial, se lanzaron a buscar datos sobre los ovnis? ¿Creían que E.T quería llamar a casa? ¿Pretendían darle a Jaime Maussán el Premio Nacional de Ciencias?
No. Pero los científicos sí reconocieron lo que vieron en la tele.
Y resulta que entre ellos, dice La Jornada, estaban los doctores Rafael Navarro González, único especialista mexicano que participa en el proyecto de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) de exploración de Marte y autor de textos científicos sobre la materia, y Julio Herrera Velázquez, ambos investigadores del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.
Y lo que reconocieron, dicen ellos, fueron centellas o "rayos bola". Ovnis convertidos en ovis, pues.
No solemos reproducir al pie de la letra lo que dicen los diarios, pero estos cuatro párrafos merecen copiarse sin tocarse antes de comentarlos, y vienen de un diario intachable como es La Jornada:
Su interés radica en que "nunca se habían observado centellas en esas condiciones". Aseguraron que han sido poco estudiadas por científicos y las describieron como "descargas eléctricas autocontenidas dentro de un gas ionizado conocido como plasma, que puede circular constantemente y se produce cuando la atmosfera está, precisamente, electrificada. Por eso se crean esferas en las que circula la energía".
Hay muy poca documentación y pruebas científicas sobre las centellas -insistieron- y desentrañar el fenómeno representaría un avance fundamental para la construcción de reactores generadores de energía nuclear, entre otras aplicaciones.
La importancia de las imágenes obtenidas en el cielo de Campeche la noche del pasado 5 de marzo radica, para los expertos en química de los relámpagos, física del plasma y fusión nuclear, en que las contadas observaciones de centellas que se han registrado hasta la fecha se han hecho a poca altitud y durante periodos muy breves: microsegundos.
En este caso, expusieron, duraron más de lo común, debido quizás a que no chocan con ningún obstáculo que disipe su energía. Manifestaron que su estudio enriquecerá de manera invaluable el conocimiento científico.
Por supuesto, a plastas como Maussán les importa un reverendo carajo partido por la mitad que se "enriquezca el conocimiento científico" si de lo que se trata es de enriquecerse él. Por supuesto, nada tiene de raro que las centellas, que en siglos pretéritos se consideraron "brujas" y "luces malignas" sean hoy consideradas por los supersticiosos y bufones del tercer milenio "naves extraterrestres".
Porque el hecho real es que lo que ha recorrido el mundo gracias a la decisión de las fuerzas armadas no es una aportación al conocimiento que puedan aprovechar los científicos mexicanos para explicar mejor nuestro mundo, sino la versión charlatanesca ofertada por Maussán en su imperio de embustes.
Una aportación al estudio de diversas disciplinas con los videos sigue siendo posible, claro, si de repente se "desclasifica" para los científicos la información que se le regaló a Maussán (quien lucrará con bienes de la nación, por cierto). De todos modos, podemos apostar que el impúdico Jaimito nunca aceptará que lo que tiene ahora para su explotación sea otra cosa que naves extraterrestres. ¿Cómo lo sabe? No lo sabe, claro, pero simula que es un primor.