agosto 30, 2004

Un millón de dólares a disposición de los charlatanazos

___________________________________

Los charlatanes tienen a su alcance un millón de dólares.

Sin trampa, sin cuento, sin más requisito que demostrar que alguna de sus patrañas, la que elijan, funciona.

Nada más.

Digamos que tiene usted los "dones" del zahorismo y puede encontrar agua haciendo el imbécil con un palito. Sólo tiene que encontrar el agua con el palito y zas, un millón de dólares.

O digamos que usted hace operaciones de remoción de billetes ajenos curando la diabetes con ajos o con agujitas o con chochitos homeopáticos. Pues lo único que tiene que hacer es curar a diabéticos con sus supersticiones bajo condiciones controladas y listo, a gozar de la sensación de ser milloneta.

Lo mismo va para los que hacen "crecer el pito" con hipnosis, los que aseguran que graban las voces del más allá, los que adivinan el futuro mediante cualquier desfiguro.

Claro que estas personas juran y perjuran que "no tienen interés económico", de modo que pueden emplear el millón de dólares para sus sociedades de investigación espiritifláutica o sus organizaciones mundiales de parapsicopatía o cualquier cosa así.

Es totalmente en serio.

Va de cuento: había una vez un mago de escenario bastante reconocido que se hartó de ver a un creciente número de miserables que usaban los trucos de ilusionismo para fingirse "videntes", "síquicos", "parapoderosos" y demás, vendiendo los resultados como "producto de poderes preternaturales" en lugar de los amables engaños que usan los magos para asombrarnos en el escenario.

Este mago, James Randi, llamado también en los escenarios "El Asombroso" (The Amazing) Randi, se cabreó además con el hecho de que numerosos falsarios engañaron durante un tiempo a algunos científicos en experimentos mal diseñados, mal controlados y totalmente manipulados por el "vidente" o "psíquico" con trucos de escenario.

Y dado que como escapista era heredero de Harry Houdini, tenía muy presente que el gran maestro de la magia también dedicó sus esfuerzos a demostrar el fraudazo del espiritismo a principios del siglo XX.

Se dio cuenta de que los científicos son gente más bien de buena fe que no espera que los engañen, y se dio cuenta de que la investigación seria sobre las afirmaciones referentes a lo paranormal no pueden ser llevadas a cabo sólo por científicos, sino que deben participar en ellos magos expertos en engatusar los sentidos de la gente.

Randi procedió a hacerse parte de un grupo de estudio sobre las afirmaciones referentes a lo paranormal (CSICOP) y se puso a realizar demostraciones y estudios que ponían en su lugar a charlatanes diversos, empezando por Uri Geller, hasta que alguien lo retó a que "le pusiera dinero" a sus críticas. De su bolsillo, Randi puso los primeros diez mil dólares de su reto paranormal, mismos que se comprometió a dar a cualquier "mente prodigiosa" que consiguiera demostrar sus habilidades y capacidades ultraterrenas en condiciones adecuadamente controladas para evitar el engaño.

Con los años, los diez mil dólares se convirtieron en cien mil, Randi hubo de dedicar tiempo y esfuerzo a ganarle demandas a Uri Geller (y las ganó), y la edad dejó de permitirle hacer los actos de escapismo que lo hicieron famoso. Creó la Fundación educativa James Randi para promover la enseñanza del pensamiento y métodos críticos y científicos y entre donaciones y apoyos varios reunió el millón que hoy está al alcance de cualquiera que pueda demostrar que sus afirmaciones no son engaños (o autoengaños, que no falta la gente de buena fe que cree en las locuras que promueven los charlatanes, a mí me tocó ver a Randi en una ocasión, en un café de la Zona Rosa de México, demostrarle a una buena señora cómo ella era la que movía la Ouija, y que cuando ella no podía ver las letritas del tablero, los espíritus dejaban de comunicarse en un claro español y barboteaban tonterías como "aweproj" y "zklixemnmpprot").

El millón de dólares existe realmente en la forma de bonos por esa cantidad a nombre de la fundación de Randi, y para optar al premio se firma un contrato verdaderamente serio y legal.

Hace años, un grupo de zahorís italianos se reunió con objeto de sacarle el dinero a Randi. Se sometieron a un experimento en el cual, en un terreno de cien metros cuadrados se dispuso una sencilla red de tuberías, grifos y válvulas, que luego se cubrieron de tierra. En cualquier momento, abrir un grifo u otro (decisión que se tomaba al azar) haría que el agua circulara por algunos tubos y por otros no, y ese elemento cambiaba a cada intento. Los cuatro zahorís fracasaron de manera absoluta.

Randi conservó lo que entonces eran sus diez mil dólares (el relato completo de este experimento está en el libro de Randi Flim.Flam! traducido al español como Fraudes paranormales y publicado por Tikal Ediciones, Girona).

En noviembre de 2002, un proponente de las maravillosas bases científicas de la homeopatía (a la que ya visitamos en nuestra entrada Homeopatía a petición popular) convenció al programa "Horizon" de la BBC de hacer una prueba con Randi para demostrar que la homeopatía funciona mediante la misteriosa "memoria del agua" y, de pasadita, embolsarse el milloncito en cuestión. No sé si la televisión en España nos mostrará el documental, pero la historia del mismo está en el sitio de la BBC de Londres.

(Uno se pregunta, claro, si Pedro Amorós "colaboró" con la BBC en este proyecto.)

Al final del experimento, uno de los más cuidadosos y serios jamás hecho para probar las afirmaciones delirantes sobre la "memoria del agua", el doctor David Reilly se tuvo que tragar sus afirmaciones, ya que no logró reproducir ninguno de los asombrosos efectos que decía haber conseguido cuando nadie lo estaba mirando (cosa por lo demás común en esta raza de orates). Esto, claro, no ha obstado para que los promotores de la homeopatía sigan repitiendo como pericos las maravillas del primer experimento no controlado del tal Reilly.

Desde que Randi ofreció por vez primera su reto, más de 100 afirmaciones o personas han sido probadas, todas afirmando que lo suyo "no fallaba", y todas han fallado. Muchas más han "aceptado" el reto para "poner en su lugar" al mago y desenmascarador de fraudes y luego no se han presentado, o han fingido total demencia (la más reciente, la psíquica, "maestra espiritual" y vendedora de comunicaciones con "el más allá" Sylvia Browne).

¿Por qué no acuden a Randi para poner en su lugar a los escépticos y descreídos y, de pasadita, obtener dinero para poder seguir sus "investigaciones" sujetos como la Bruja Lola, Pedro Amorós y su tribu del "SEIP", Rappel, los hipnotistas que pastorea Javier Sierra, los "contactados" de Jaime Maussán con sus "aparatos extraterrestres", Paco Porras, Iker Jiménez, Carlitos Trejo y sus fantasmas amaestrados, Chumari Alfaro, Chaya Michán y sus correlatos y correspectivos émulos en todos los países del mundo? Una prueba clínica válida, una comunicación efectiva con los muertos, un aparatito extraterrestre, encontrar agua con un palito, hacer telepatía, telekinesis (o telequinesis), predecir con certeza el futuro... cualquiera de esas cosas por las que un enorme grupo de miserables cobra dinero tan bueno como el millón de dólares los haría ricos y famosos. O famosos y con recursos para investigar (no olvidemos que todos afirman que no tienen motivaciones económicas, jé).

Imagínese el prestigio que tendría quien demostrara realmente alguna afirmación paranormal. Debería interesarles, ¿no?

Nunca hubo un millón que pareciera tan fácil de ganar en un mundo en el que campean las más groseras supersticiones.

James Randi dice que su dinero nunca estuvo tan seguro.